Capítulo 70.

4.9K 232 9
                                    

POCHÉ

«Venir aquí es la peor decisión que he tomado nunca...».

Estaba sentada cerca de la orilla de la playa privada del resort, fingiendo leer el libro electrónico, pero en realidad me dedicaba a observar a Daniela, que se paseaba junto al mar con otra mujer. Sin embargo, no era una mujer cualquiera. Era Steffany Rodriguez, una top model de fama mundial, además de diseñadora de éxito. Era una de las mujeres más atractivas del mundo, con la piel bronceada y una figura delgada, dotada naturalmente en cuestión de pecho, cabello negro y ondulado y ojos de color gris oscuro con puntitas azules que chispeaban bajo los rayos del sol. Llevaba estudiándolas todo el día; durante el desayuno, se habían sentado demasiado cerca para que me sintiera cómoda, y habían estado riéndose de pequeñas bromas privadas que había intentado no oír. Mientras recorría la galería de arte con Derek, había mirado por la ventana y las había visto tener un pícnic privado en una manta, justo debajo de mí. Incluso las había visto alrededor del campo de golf, en un carrito, mientras nosotros comíamos.

—¡Daniela, detente! —chilló Steffany cuando la arrojó al agua.

Me levanté de un salto, tentada de correr allí y darle una bofetada por permitir que esa mujer se acercara a ella, por dejar que la tocara. Sin embargo, me senté de nuevo con rapidez, consciente de la cantidad de gente que había allí, sin querer dar una escena.
Celosa, cerré el lector y entrecerré los ojos ante la situación que se desarrollaba ante mí.

«¿Cómo puede estar cabreada conmigo por aparecer con Derek cuando está saliendo con una top model? ¿Con Steffany Rodriguez, nada menos, la más famosa de todas las top model?».

—¿Un daiquiri? —me ofreció Derek deteniéndose delante de mí con un vaso adornado con una sombrilla.

—Por favor.

—Esto tiene un precio...

—¿Cuál? ¿Qué es lo que...?

Se inclinó para darme un beso lento y apasionado, de esos que derriten. Me subió la barbilla para hundir la lengua todavía más profundamente en mi boca, mordiéndome el labio inferior cada vez que intentaba controlar el ritmo.
No me importaba. Seguí tratando de tomar la iniciativa. Le rodeé el cuello con los brazos, me apreté contra él y me permití explorar cada centímetro de su boca.

—Guau... —Derek se apartó de mí—. Como vuelvas a besarme de esa manera, acabaremos encerrándonos en la suite durante el resto de la semana. —Sonrió mientras me tendía la bebida.

Tomé un sorbo notando que Daniela me miraba de reojo. Supe que acababa de ver cómo besaba a Derek.
Tenía los puños cerrados y la cara de color rojo, por no hablar de sus ojos, que se habían reducido a unas minúsculas rendijas. Dio unos pasos en mi dirección, pero Steffany le cogió la mano y tiró de ella hacia la orilla.

—¿Estás bien, María José? —Derek me rodeó los hombros con un brazo—. ¿Le pasa algo a la bebida?

—No, está muy buena... —Arranqué los ojos de Steffany y Daniela —. ¿Qué otros eventos habrá hoy?

—Bueno, esta tarde hay unas cuantas sesiones sobre tecnología, pero luego está la noche con beneficios, a medianoche.

—¿En serio hay un baile cada noche de la semana? Pensaba que estabas de broma...

—No, en absoluto. Es algo que sirve para desgravar. —Se rio—. A los que más han contribuido a pagarlo les ofrecen una entrada preferente, así que podemos ir un poco antes.

—¿Qué beneficios tiene la entrada preferente?

—Que habrá un tiempo más íntimo con luces más tenues. Una cena iluminada con velas, y saldrán a subasta los primeros artículos. Si se te antoja algo que esté a la venta, dímelo y te lo compraré.

—Oh, ni hablar.

Me apretó contra él.
—Pues deberías pensarlo. Puedo comprarte lo que quieras. —Me besó los labios con suavidad—. Deseo que te diviertas esta semana, así que no te pongas tímida a la hora de mostrarme lo que te hace feliz.

Se puso a acariciarme la espalda y miré por encima de mi hombro para ver si Daniela estaba observándonos, pero Derek volvió mi cabeza hacia él. Cuando me metió la lengua en la boca, se me quedó la mente en blanco, por lo que me sentí perdida una vez más.

——

«Muy bien, María José. Dos pasos adelante, uno para atrás... Muy bien...».

Derek me soltó y se separó con rapidez.
—Eres una bailarina estupenda, María José. ¿Has recibido clases o es un don natural?

—He aprendido...

—Bueno, quienquiera que te enseñara fue muy buen maestro. Estoy impresionado. —Me puso las manos alrededor de la cintura y me apoyé en su pecho.

Mientras recorríamos la pista de baile, comencé a preguntarme si podría llegar a sentir algo por él con el tiempo, si después de todo podríamos tener una oportunidad.
Había sido muy atento desde que nos marchamos de la playa; se había saltado uno de los seminarios de tecnología para ir conmigo a un masaje, me había apuntado a una lección de equitación por la tarde e incluso me había ayudado a elegir qué vestido debía usar para el baile.

Recliné la cabeza en su torso mientras observaba la estancia. Estaba oscura, con algunas velas como única iluminación. En el otro extremo del salón, en un rincón envuelto en una bruma amarilla, había un grupo de violinistas tocando una hermosa canción que reverberaba en todo el espacio.

—Señoras y señores —dijo el violinista principal mientras sus compañeros seguían deleitándonos con su música—, esta noche vamos a poner muchas más canciones para ustedes, pero queremos que sepan que están a punto de incrementar la intensidad de la luz, ya que la primera parte del baile ha terminado.

Las pocas personas presentes aplaudieron cuando las luces se volvieron más brillantes. Busqué a Daniela, porque percibía que estaba mirándome, pero no se encontraba entre la gente que veía.

«¿Por qué siento que está aquí?».

Oí un suave chasquido cuando se abrieron las puertas del fondo y permitieron la entrada de un enorme grupo de hombres con traje y mujeres con vestido de gala.

—Como es tradición, los quince primeros minutos de la danza serán con alguien que no conocen. Una vez que hayan entrado todos, mis compañeros y yo tocaremos tres acordes para indicar que deben buscar otra pareja para el baile, y las luces volverán a oscurecerse.

La sala se llenaba cada vez más con el resto de los asistentes, y Derek me abrazó con fuerza, como si quisiera protegerme.
—No sé si permitir que bailes con otro esta noche —susurró.

—No...

Me besó en la frente con una suave carcajada.
—Vale, pues no lo haremos. Te protegeré de todos. No quiero que...

—¿Señor Edwards? —dijo una mujer, y ambos nos volvimos hacia ella—. Lamento interrumpirlo, señor, pero el envío por el que me preguntó el otro día... —Me miró y luego clavó los ojos en él—. ¿Podemos hablar de esto en privado?

—¿No puede esperar?

La joven se encogió de hombros.
—Claro, han extraviado un envío de veinte millones de dólares y el tema debe... esperar.

Suspiró y me miró.
—Cariño, ¿me disculpas? No tardaré. No bailes con nadie. —Se llevó mi mano a los labios para besármela antes de alejarse.

En ese momento, los violinistas hicieron la señal convenida para indicar que comenzaba el baile a ciegas, y luego atacaron una hermosa melodía. Las luces empezaron a oscurecerse de nuevo, casi tanto como antes, y oí más instrumentos: flautas, trompetas y saxofones se unieron a la serenata
de los violines.

Me acerqué a la mesa que había compartido con Derek en la cena, bajo la luz de las velas, avanzando entre las parejas que bailaban, pero antes de que me sentara alguien me agarró por la cintura.
Traté de zafarme de las fuertes manos, pero no sirvió de nada, puesto que me sujetaron con más fuerza, y me sentí atrapada contra un pecho que conocía muy bien.

Daniela.





















————————————
Mañana últimos 4 capítulos + nota con sorpresa.

MI JEFA | PT1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora