Thaile
El camino que elegí es traicionero; cada bache en la carretera nos sacude, como si el mundo entero quisiera arrancarnos de nuestros asientos y obligarnos a enfrentar lo inevitable. A lo lejos, una laguna turquesa se abre como un espejismo entre las piedras áridas, serena, cruelmente hermosa. Decido detenerme allí, lanzando una última mirada por el retrovisor, asegurándome de que nadie nos haya seguido. No puedo permitirme más errores.
—Marc... —mi voz se rompe antes de completarse—. Lo siento. No debí exponerte a ese... a ese infierno.
Él suelta una risa breve, seca, cargada de incredulidad.
—¿Te estás disculpando por secuestrarme? —pregunta, su tono teñido de ironía, aunque no puede ocultar del todo la preocupación que asoma en sus ojos.
Resoplo, apartando la mirada. No era eso. No era solo eso.
—Oye... no me pasó nada... ¿o sí? —añade, su voz baja, casi como un intento torpe de calmarme. —Chérie... ¿es esta la vida que quieres para ti? ¿Huir, esconderte, vivir como una sombra?
Trago saliva, sintiendo el peso de su pregunta hundirse en mi pecho.
—No... —susurro, la palabra apenas arrastrándose entre mis labios.
—¿Entonces qué demonios haces ahí? —Su mirada me perfora, tan intensa que me hace retroceder dentro de mí misma.
—Es complicado... —murmuro, queriendo cerrar la puerta antes de que la termine de abrir.
—No me vengas con eso —gruñe, más bajo, su tono vibrando con algo que no sé si es enojo o desesperación—. No me digas que es necesidad, como si eso lo justificara todo.
—Sí —respondo, con una frialdad que no siento—. Es necesidad. Pero no por las razones que imaginas.
Un silencio denso se instala entre nosotros. Solo el rumor del viento sobre el agua turquesa rompe la quietud agónica.
—Explícame, Thaile —dice entonces, su voz más suave, casi dolida—. Déjame entenderte... para poder ayudarte.
Sus palabras me atraviesan, dolorosas y dulces. Me encuentro estudiando su rostro: las sombras bajo sus ojos, la línea tensa de su mandíbula, la forma en que sus manos se crispan en sus muslos como si contuviera el impulso de alcanzarme.
Él no debería querer salvarme. Nadie debería.
Y sin embargo, ahí está, mirándome como si valiera la pena luchar contra todo para arrancarme del abismo.
Por primera vez en mucho tiempo, siento la certeza helada de que si le digo la verdad, ya no habrá vuelta atrás.
Y aun así... deseo que me vea toda, incluso en mis partes más oscuras aunque eso signifique romper la confidencialidad que juré mantener.
—Estoy infiltrada —confieso al fin, cada palabra saliendo como una sentencia—. Mi misión es desmantelar su organización desde dentro... destruirla pieza por pieza.
Marc frunce el ceño, su expresión endureciéndose mientras procesa lo que acaba de oír.
—¿Estás trabajando con la ACCIA? —pregunta en voz baja, como si decirlo en alto pudiera cambiarlo todo.
Asiento, el gesto pesado, cargado de años de mentiras y silencios.
—Al parecer —añado con una sonrisa amarga, una que no alcanza mis ojos—, no eres el único que ha querido salvarme de este infierno.
Sus ojos se oscurecen, y por un momento, sé que me ve de otra forma. No como la mujer perdida que creía haber encontrado... sino como un arma, como una sombra que también sabe cómo traicionar.

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Tras de ti
Mistero / ThrillerElla tiene un objetivo: ir tras él. ¿Pero qué pasa cuando la leona empieza a compadecerse de su presa y comienza a verlo con otros ojos? Él, un político que está a punto de ascender junto a su partido, sin imaginarse que, a ciegas, le ha abierto las...