Capítulo 48

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Narra Oliver

Encontramos a los padres de Alesandro mirando en otra tienda.
Fruncí el ceño cuando ellos se quedaron mirándome atentamente.

── ¿Qué pasa? ──Pregunté.

── Mejor dicho, ¿qué ha pasado? tienes las mejillas y el cuello rojo ──Dijo la tía Caroline.
Miré a Alesandro muerto de vergüenza, el muy cabrón sonreía tranquilamente.
En el vestuario, fuimos más fogosos de lo que esperaba. Supongo que tiene que ver con que Alesandro estaba celoso, a los dos eso nos puso mucho. Mientras me encontraba cabalgando encima suyo, apretó mi cuello y me acercó a su boca. Eso me excitó todavía más.

── Mujer, creo que queda claro lo que estaban haciendo. Piensa en que tu hijo desde pequeño ha sido un salido.

── ¡Eh! No, esta vez yo no he tenido nada que ver, ha empezado él ──Alesandro me miró con una sonrisa, al igual que sus padres. En ese momento quería que la Tierra me tragara.

La tía Caroline se rió.

── Creo que queda claro que en la relación mandas tú ──Me guiñó un ojo── pero la próxima vez tengan cuidado, alguien puede escucharlos ──Se alejó hablando con el tío Benjamín.

Me crucé de brazos y fruncí el ceño.

── ¿Eres tonto?

── Bebé, ya te había dicho que con mis padres tengo confianza desde pequeño, no pasa nada ──Intentó abrazarme pero me alejé.

── Yo no, esto me ha dado mucha vergüenza. Encima me echaste la culpa a mí cuando fuiste tú el que tuvo el control en el sexo. Ahora me da vergüenza verlos a la cara.

── Oliver, te aseguro que no pasa nada. Esto se les olvidará en unos minutos y te aseguro que no volverán a tocar el tema.

── Estás castigado. Trata de no acercarte mucho a mí.

Caminé por donde se habían ido sus padres. Lo escuché suspirar detrás de mí.
El resto de la tarde, cuando mi mirada chocaba con la de sus padres, yo la apartaba enseguida.
Una vez en casa, me dí una ducha y me puse una ropa cómoda.

── Oliver, ven a ayudarme a hacer la cena.

Fui haciendo lo que ella me pedía.

── No quiero que tengas vergüenza, ahora ni siquiera quieres mirarnos a la cara. Benjamín y yo siempre le dimos confianza a Alesandro para que nos contara las cosas, por eso se nos hace normal lo que ha pasado hoy. Nosotros no nos meteremos en vuestra vida, ambos son mayores, Alesandro sobre todo, aunque aveces se comporte como un niño ──sonreí── Quiero que estés tranquilo y dejes de tener vergüenza.

── Gracias tía.

── De nada mi amor ──Despeinó mi pelo y pasó a besar mi mejilla.

── Mamá, es mi novio.

── No me importa, yo lo quiero como un hijo.

── Tú estás castigado, cállate ──Le dije. La tía Caroline se rió, él rodó los ojos, se cruzó de brazos y se apoyó en la puerta de la cocina. Estaba vestido con un chándal gris, una camiseta blanca y tenía el pelo mojado.

── Sin duda, me encanta que mandes tú ──Me dijo sonriendo── Alguien tenía que pararle los pies a Alesandro.

Sonreí.

── Increíble, mi madre y mi novio están contra mí, ¿falta algo más?

── Yo también estoy contra ti ──dijo el tío Benjamín entrando a la cocina.

── Pero papá ──su padre lo interrumpió:

── Le echaste la culpa a él, cuando está más que claro que tu fuiste el que disfrutó más tiendo en cuenta como le dejaste el cuello ──El tío Benjamín cogió una botella de vino y una copa y fue hacia la salida── Tienes merecido tu castigo ──dicho eso salió. Alesandro me miró con el ceño fruncido, yo simplemente le sonreí con maldad y continué lo que estaba haciendo.
Cenamos mientras hablábamos. Luego de cenar, la tía Caroline hizo un chocolate caliente y nos sentamos a ver una película.
Cuando terminó, nos dimos las buenas noches y subimos.

── No ──Separé mi espalda de su pecho── Te dije que estás castigado.

── Bebé, siempre dormimos abrazados.

── Pues hoy no.

Suspiró.

Me giré al otro lado y toqué su lado de la cama. Abrí los ojos cuando no dí con él. Miré la mesa de noche, eran las tres de la mañana. Me froté los ojos y bajé. Lo encontré tumbado en el sofá del salón, se había quedado dormido viendo la televisión.
Me tumbé encima suyo y besé su barbilla.
Llevé ambas manos a su cara y me acerqué a su boca. Mientras lo besaba, me abrazó. Me separé para verlo.

── ¿Qué haces durmiendo aquí?

── Estando en la misma cama, me cuesta no estar pegado a ti, preferí venir aquí a que te enojaras.

Nos quedamos mirando hasta que finalmente acaricié su pelo.

── Alesandro, te gusta mucho fastiardarlo todo.

── Lo sé, hacía tantos años que no tenía pareja que aveces no sé cómo actuar. Te prometo que trabajaré en eso.

Escondí la cara en su cuello.

── Vamos a la cama. Tengo sueño.

Se puso de pié conmigo encima. Rodee su cuello y su cintura.

── Deja de mirarme así ──Dijo sonriendo.

── ¿Así cómo? ──ladee un poco la cabeza.

── Sabes como me estás mirando. Me estás provocando, no te hagas el tonto.

── ¿Qué yo te estoy provocando? ──Acaricié su nuca── Estás viendo cosas raras.

── Sí, seguro.

Cerró la puerta, se acercó a la cama y me tumbó. Apagó la luz y dejó la lámpara de la mesa de noche encendida.
Me senté encima suyo cuando se tumbó.

── Se supone que no me estás provocando y que tienes sueño.

Me agaché sobre su pecho y rocé nuestros labios.

── También se supone que estás castigado, sin embargo ahora mismo quiero que me folles ──Sentí mis mejillas arder nada más terminé de decir eso. Iba a separarme cuando justo él terminó de pegar nuestras bocas. Levanté los brazos cuando cogió el borde de la sudadera.

── Me ha encantado oírte hablar así de sexi ──Giró dejándome debajo── Mira como me has puesto ──Tomó mi mano y la llevó a su miembro por encima del pantalón de su pijama. Mordí mi labio.

── Sácalo ya ──Pedí.

── Tú mandas ──Me hizo caso── Tienes que taparte la boca.

── ¿Otra vez? ──Suspiré.

── Bebé, mis padres están durmiendo al otro lado de la pared, es cierto que hay confianza, pero sería raro que nos escucharan ──Me miró mientras se ponía el preservativo.

── Me gusta estar aquí, pero sinceramente ya quiero regresar a casa, ahí no tengo que privarme de gemir ──Sonrió y se tumbó encima de mí.

── Cuando regresemos a casa, te haré gritar, lo que más deseo es cucharte ──Mordí mi labio porque había empezado a entrar── De momento, tenemos que hacerlo de esta forma.

Mordí mi labio más fuerte cuando llegó al final.

Aceptando lo que sentimos (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora