"Ella anda suelta. No tiene novio, no quiere que la protejan. No quiere saber na' de nadie, solo fiesta..."
Sentía que todavía seguía en el My. Había tenido una noche de locos allá, debido a que había sido mi fiesta de cumpleaños. Mis veintiún años. Quedamos todos para celebrarlo, y estuvimos bien a gusto. Yo hacía tiempo que no iba de fiesta al centro de la ciudad, incluso antes de la pandemia, y no recordaba lo acogedor que era a la hora de salir y encontrarse a un montón de gente joven ir de fiesta y pasarlo lindo.
Sin embargo, era día de surf. 2 de Octubre. Y yo no había dormido aquella noche debido a la fiesta.
Así que esa mañana en surf me esperaba una buena.
Acudí andando escuchando la canción que anteriormente estaba tarareando, de nombre "Anda Suelta" de Juan Magán. Me acomodé el pequeño abrigo que había decidido llevar debido a que hacía un poco de frío. El otoño había llegado, y se notaba. Ya no sentía el calor bochornoso de Septiembre que denotaba un limbo entre el verano y el invierno, y ya podía ponerme ropa de invierno que pudiese resultarme cómoda. Con lo cual, el camino hasta la escuela fue reconfortante. Apenas sentía frío gracias al gran abrigo que llevaba.
Llegué a la punta de la cuesta, y me quedé paralizada al ver quién estaba arriba.
Estaba Néstor. Y estaba completamente solo.
Me sentía muy avergonzada. Cuando me enteré de que era gay, me quise tirar por un puente. Considero que la gente gay es mucho más amable que la gente heterosexual, sobre todo los chicos. Sufren mucho intentando ser normales, y al comportarme mal con un chico gay siento que he pisado un perrito. Estaba convencida de que él sería mucho más empático y amable que muchas perras que he tenido como amigas en algún punto de mi vida.
Por mucho que me costara, tenía que tratar de ser su amiga. Néstor y yo merecíamos llevarnos bien. A mí me encanta tener amigos gays, y no tengo ninguna duda de que a él le encanta estar rodeado de muchas mujeres. A los gays les encanta. Debía pedirle perdón por haberme portado mal con él, y demostrarle que yo no era tan mala como parecía.
Subí la cuesta, mientras él escuchaba música sentado en el bordillo. Me presenté frente a él, con una gran sonrisa en la cara. Arqueó la ceja, confundido.
-¿Qué te pasa?-Me preguntó, con un tono de voz seco y jactante.
-¿Qué tal el día, amigo?
Puso los ojos en blanco. Me parecía increíble que no pudiese ser un día amable con él sin que él se comportara tan borde conmigo.
-Pues no lo sé-Añadió, con sarcasmo-Supongo que estaré bien, si no fuera porque me he despertado a las ocho de la mañana y lo primero que tengo que aguantar tras despertarme es a ti intentando ser la mejor amiga del mundo aún después de toda la mierda.
Resoplé. No puedo, no lo aguanto. Es superior a mí.
Mi sonrisa se borró en una milésima de segundos y me crucé de brazos.
-¡Perdona por aprender de mis errores y tratar de pedirte perdón trescientas veces!
Él empezó a reír.
-Mira, cariño, te voy a decir claramente cuál fue tu "ardua lógica" para intentar ser mi amiga-Se levantó del bordillo y empezó a imitarme, subiendo su voz ocho octavos y moviendo exageradamente las manos-¿Me perdonaz? Ez que erez gay... Y loz gayz zon buenooooz. Y van de compritas y son tu apoyito moral, y te quieren mucho, no se qué...
Seguía imitando mi voz de forma burlona, así como mis movimientos. No, no, no, me estaba encendiendo. Me estaba poniendo histérica. Notaba como ya iba a salir de mí. Ese instinto agresivo con el que me daban ganas de acabar con todo aquel que se me pusiese delante.
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Los Colores de Las Olas
Teen FictionSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...