46-NÉSTOR (VIII)

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19 de Marzo. Camila y yo estábamos en el tren camino a A Rúa, que había salido a las tres y media de Coruña, sólo hacía un par de minutos. Nos íbamos a Petín, pues teníamos que programar muchos trámites y papeleo, tanto para mi currículum, como para que Camila viajase a Nueva York con suficiente seguro de vida y manutención. Por otra parte, mis hermanos tenían interés en conocerla, y ese finde mis padres se habían ido de casa rural a un pueblo de Salamanca como cuarenta aniversario de casados, y tanto Aarón como Andrea aprovecharon para venir a casa.

Estábamos sentados en unos asientos en la mitad del tren. Ella tenía el pelo algo movido y mojado porque acababa de salir de la ducha y el viento no se lo secó demasiado. Estaba frotando las palmas de las manos en sus rodillas, y yo la miraba de reojo.

-Estoy muy nerviosa-Me miró, fijamente-¿Y si no les caigo bien? Sé que no estoy a la altura de lo que ellos quieren...

Tenía que reconocer que me sorprendió la disposición que mis hermanos tuvieron al querer interesarse por Camila a pesar de su nacionalidad, situación y raza. Siempre había pensado que ellos no estaban demasiado alejados de los deseos de mis padres con respecto a nuestras futuras parejas, las de los tres. Cierto que ellos eran dos personas que, además de heterosexuales, habían tenido la oportunidad de tener algo romántico con personas ricas y con objetivos de vida claros y concisos, así como motivaciones que podrían llevarles a lo más alto. Yo, al no haberme estabilizado con una pareja fija todavía (esperemos que esa sea ella, pero lo veo difícil), no podría dar por sentado que podría formar una vida con alguien que me pudiese ayudar a estabilizarme a mí, o que pudiese estar cerca de mis fijaciones de vida.

No obstante, no creía que conociese bien a mis hermanos si sentían tanta curiosidad por conocerla... Quizá ellos estuvieran más adelantados de lo que mis padres lo estaban.

-Ey...-Toqué su hombro, con expresión de compasión-No te preocupes por eso. Les intentaré convencer de que eres una buena chica.

-A veces pienso que eres demasiado bueno para mí, Néstor...

Arrugué la frente. Con todo lo que hice, pensaba en ese instante que me estaba idealizando demasiado. O que quizá, me tenía algo de celos. No quería que fuese así; era yo el que le tenía celos a ella a pesar de todo. Tenía una vida social más estable que la mía, sabía bailar, estaba mejor posicionada al ser heterosexual, y era muy guapa. Demasiado guapa para un friki como yo. Y seguía sin entender por qué, a pesar de nuestras diferencias, ella me había escogido a mí.

Toqué su espalda y humedecí mis labios.

-Tú eres lo suficientemente buena. No se te ocurra degradarte a mis expensas.

Se encogió de hombros. Sus ojos mostraron melancolía y algo de pesadumbre. Sabía que sus preocupaciones estaban intensificándose actualmente. Pero quería hacer todo cuanto estuviera en mi mano con el fin de ayudarla.

Nos mantuvimos en un silencio cómodo por el resto del viaje en tren. Ella se puso su música y yo me puse a leer 1984 en el tiempo que tuvimos hasta que tuvimos que hacer transbordo en Ourense. Un transbordo corto, que sólo nos duró siete minutos que aprovechamos para montar de un tren a otro. El segundo tren sería de una hora y cuarenta y cinco de duración, tiempo que aproveché para adelantar trabajo e informes, y en el que ella estuvo todo el tiempo mirando a la ventana, pensativa, con la música todavía en sus air pods. La observaba de reojo, preocupado. Sabía que su estrés y su melancolía todavía no se habían marchado de su cuerpo. Si tan sólo encontrara a Carlos... Le haría ver lo idiota que estaba siendo con su ex novia, y le amenazaría con llamar a la policía con tal de que no le ponga la mano encima de nuevo.

Por qué cojones hay hombres tan enfermos en la vida... Esos que son incapaces de aceptar que sus respectivas parejas, sobre todo si éstas son mujeres, tienen vida más allá de ellos. Es cómo si se sintieran en una posición importante de poder con la cual pudieran maltratar y manipular a una persona que los quiere y se preocupa por ellos. Como si tuvieran inseguridades que les hiciera querer pedir más y más cariño, hasta el punto de ser agresivos y posesivos si no consiguen su propósito. Lo peor de todo es que saben enamorar, engañar y hacerles creer a sus futuras parejas que son ángeles que las querrán y cuidarán con el fin de hacerlas felices el resto de sus vidas. Para después... Abrir la capa del príncipe azul y encontrar a un dragón que te tenía encerrado dentro de la torre todo el tiempo. Pero esta vez, no necesitarás de un verdadero príncipe azul para salir de la torre... Deberás hacerlo por tu cuenta.

Los Colores de Las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora