18-NICOLÁS (III)

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Me esperaba una buena. Era 23 de Octubre. Mi primer aniversario con Cayetana.

Estuve a punto de olvidarlo por completo. Ella me lo recordó un día antes. Lo cual me hizo ir corriendo al Fnac a comprar algo improvisado. He de decir que, para nuestro primer año de Aniversario, podría haber preparado algún detalle bonito, rollo comprar unos bombones, unas flores, etc. No obstante, cuando me avisó, estaba en Fnac con David, mirando un televisor nuevo (Si os interesa, el nuestro se ha roto). Por consiguiente, decidí comprarle algo allí.

Ahora me arrepiento con creces de no haberme currado el regalo y de, sobre todo, haber olvidado el aniversario.

Salí de las clases de surf a las doce, como era habitual. Hoy Carlos me había felicitado, pues era el primer día que había conseguido ponerme completamente de pie en la tabla. Se podría decir que jugaba con ventaja con respecto a Rosalía y a Paloma. La primera todavía va acostada en la tabla. La segunda se ha puesto en modo sirena. Lo cual me incomoda cuando la miro venir hacia mí en la ola. Ya sabéis perfectamente por qué.

Me seguía sintiendo como la mierda por haber visto eso como algo anormal o haberme escandalizado. Me gustaría entenderlo. Entenderla a ella.

Con lo cual, decidí pasar del autobús para correr hacia ella y "llorarle" para que me llevase a casa, antes de ir a comer.

Bajé la cuesta y la vi correr hasta el aparcamiento, hablando por teléfono. La seguí, a paso rápido, procurando que me pudiese ver. Cuando tuve la oportunidad de acercarme más a ella, fue cuando oí de lo que estaba hablando.

-Cariño, tienes que revelarte contra tus padres-Decía. Con ese "cariño", supuse que le hablaba a su novio-No puede ser que tengan un hijo que se enamore de una mujer "diferente" y quieran deshacerse de él-Se produjo un silencio, mientras escuchaba la respuesta del interlocutor-Claro, es evidente que si te vas les dejas ganar. Pero esto también te viene bien a ti. No puedes seguir teniendo cerca a gente así. Irte a Madrid va a ser bueno para ti, porque luego podrás trabajar de lo que quieras.

Después se mantuvo en silencio, aún escuchando la respuesta. Yo intentaba alcanzarla antes, pero la veía tan ocupada andando que no quise molestarla. Mientras seguía oyendo, se quedó parada frente a la acera del final del paso de cebra y yo me puse de cuclillas, tras de ella, muy cerca, y exhausto, deseando que me hiciera un mínimo de caso. Empecé a hiperventilar, mostrando cansancio y pidiendo atención. Esto segundo funcionó, pues me dedicó una mirada de reojo, levantando la ceja. Luego, dirigió de nuevo su atención al teléfono.

-Néstor, ¿me puedes disculpar?-Acto seguido, me miró a mí de vuelta-Un gilipollas me está siguiendo...

Oí al chico gritar, desde el teléfono, un corto "¿¡Qué!?" que parecía cargado de angustia y preocupación. No obstante, Paloma hizo la vista gorda y colgó enseguida. Acto seguido, se cruzó de brazos y me miró, alzando las cejas.

-¿Qué quieres?

-Paloma, perdona por perseguirte siempre, pero es que no me haces caso.

-¿Porque no me caes bien, quizá? Parece mentira que...

-Escucha-La interrumpí-¿Me puedes acercar a casa?

-¡Y dale, Juanita!-Chilló ella, enfadada-Ya me lo pediste hace dos semanas. La semana pasada no me hiciste la pelota porque ibas acompañado y de fiestita, según le contabas al monitor. Ahora que no te apetece coger un autobús, te cuelgas de mí y comienzas a aprovecharte cuando en realidad te doy un asco tremendo.

Sacudí la cabeza, haciéndole ver que lo que decía no era cierto, mientras ella se quejaba. Era capaz de entender el por qué no confiaba en mí, pues la había tratado fatal. Pero no la entendía. Necesitaba comprender su vida, para tratar de ser una mejor persona con ella. El caso es si ella iba a ser capaz de entenderlo.

Los Colores de Las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora