49-CAMILA (IX)

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1 de Abril.

Llevaba más de una semana prácticamente viviendo en la casa de Néstor. No podía llevar bien, por mucho que lo intentase, el hecho de que estuviese en silla de ruedas.

Seguía culpabilizándome. Todo el mundo me decía que era una locura hacerlo. Pero si no fuera por mí, ahora mismo Néstor no estaría lidiando con el loco de mi exnovio, que lo perseguía sin detenimiento. Y todo por una ruptura que no se produjo, precisamente, por él. Aún así, me enamoré de mi chico, de mi "friki" preferido, y conseguí así que un hombre que siempre me tuvo encerrada en una reja decidiera volver a hacerlo, sólo con verme con otro. Y más cuando ese otro se alejaba tanto de lo que a mí siempre me gustó.

Sin embargo, ahora estaba más asustada... Se habían reforzado mis mayores temores cuando viví encerrada en aquella relación; Carlos era, sin atisbo de duda, un asesino. Yo jamás llegué a imaginarme que había hecho un asesinato conjunto a un chico homosexual. Él jamás me había contado nada. Paloma me contó en el hospital que todo había sucedido la madrugada del 30 de Mayo, hace casi un año, y a través de eso llegaron mis flashbacks. Recordé que la noche del día 29 me había quedado trabajando hasta las diez, y él me había prometido que volvería a las once a casa. Recuerdo regresar a nuestra casa, tumbarme en el sofá con el pijama puesto, y pedirme comida china para cenar mientras aguardaba por él. Él no llegó a la hora prevista, y yo me había quedado dormida en el salón hasta las dos de la mañana. Me desperté cuando lo oí, y lo vi aparecer, con mucha sangre, lleno de suciedad, y con una gran sonrisa en su cara. Me miró, me sonrió con orgullo, y me dijo, textualmente, que le perdonase pero que había pasado una noche maravillosa, pues nunca se sintió tan hombre. Yo creí que simplemente se lo había estado pasando tan bien que se había olvidado de volver a tiempo. Pero en ese instante, me percaté de que no había sido así.

Me resultaba rompedor que, durante cuatro meses más, estuviese amando a un asesino, que podría haber hecho conmigo lo que hizo con ese chico. Y ahora, quiere ir a por Néstor. Y a mí se me pone la piel de gallina y me dan escalofríos cada vez que lo pienso.

Eran las ocho de la tarde. Le estaba lavando el cabello a mi chico, sentada en un taburete al lado de la bañera, dentro de dónde él estaba también sentado. Sentía melancolía al oír sus suspiros de exasperación.

-Creo que deberíamos empezar a protegernos el uno al otro, cariño-Le decía, repasando con detalle sus negros mechones-Estoy muy preocupada de que salgas solo estos días. Carlos podría aprovechar tu debilidad para volver a intentar matarte.

-¿Sinceramente?-Se puso de brazos cruzados-Me da igual. No tengo pensado volver a salir mucho más hasta que me cure.

-Es lo mejor que puedes hacer. Yo estaré el máximo tiempo posible contigo. Hace mucho que no veo a Kati y a Zoe, ni salgo de fiesta, ni nada.

Él me miró con desconcierto, despertando mi curiosidad.

-Camila, no tienes que hacer esto.

-¿Eh?

-No quiero que renuncies a tu ocio por mí. Yo puedo cuidarme... Diviértete, por favor.

-Te lo debo, Néstor. Soy responsable de esto.

-No me digas eso, por favor...-Me miró, con ojos de corderito, haciendo que me humedeciera los labios-Estas cosas no han sucedido por tu culpa. Carlos está como una chota, y sus amigos también.

-Pero esa gente fue mi gente una vez, Néstor-Protesté-Y al ser problemáticos, me dejan a mí siendo un peligro para ti-Bajé la cabeza, sin sacar mis manos de su pelo, y jugué con el jabón mientras arrugaba la frente-No me extraña que tus padres jamás puedan aceptarme...

Los Colores de Las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora