"Y entiendes que lo único perfecto es aquello a lo que no le hace falta aspirar a serlo." Elísabet Benavent, Un Cuento Perfecto
"Por fin puedo tocar aquello con lo que mi corazón soñaba mucho antes de que yo lo supiera" For Once in My Life (Stevie Wonder)
"Que cosa tan humana ocultar lo que sentimos. Al final del día, está bien sentirse inseguro" Insecure (Celina Sharma)
***
NÉSTOR
Era 31 de Mayo. Nos íbamos a Nueva York. Nuestro futuro estaba empezando a blindarse.
Nos despertamos a eso de las cinco menos cuarto de la mañana para ir a Santiago y coger un temprano vuelo que saldría a las seis y media en dirección al aeropuerto de Barcelona. Despertarse a esa hora resultó ser una odisea. Evidentemente, mis amigos querían despedirse. Por tanto, nos quedamos todos a dormir en casa de Gema, en Ordes, para ir con facilidad hasta Santiago. Pasé el viaje en coche adormitado, observando la oscura autopista que se perdía alrededor nuestra, y sintiendo en mi interior que toda aquella vegetación, todos esos pasajes gallegos y esas anchas carreteras que yo observaba cuando mis padres me llevaban de vuelta al pueblo no iban a ser más que recuerdos. Eché una mirada de reojo a Camila, quien estaba a mi lado, aprovechando el viaje para dormir. Yo estaba tan nervioso que me veía incapaz de hacerlo. Me giré hacia ella, le aparté el cabello y le acaricié el cuello, haciéndole pequeñas cosquillas en él.
–Resiste, Cami... Ya estamos muy cerca.
Llegamos al aeropuerto a eso de las cinco y media de la mañana. Vacío, aislado, con todos los bares cerrados. La oscuridad se postraba dentro del recinto propiamente dicho, y sentimos la soledad en medio de lugares normalmente concurridos. Eché una mirada furtiva a mi billete dirección Barcelona, mientras mi novia se ajustaba bien el abrigo.
–Néstor, ven–Me dijo poco después, mientras sujetaba su móvil con la mano izquierda–Saquemos una foto para enseñársela a Bruno.
–Pero estará durmiendo–Contesté, divertido.
–La verá después, digo yo–Me insistió. Luego, agarró mi mano y me llevó a su lado, haciéndome sonreír abiertamente ante su buenísima cámara del móvil.
Un poco más tarde, observé a mis tres amigos, mirarme desde la distancia. En un silencio sepulcral que se resumía entre sus miradas y la mía, pensaba y reflexionaba.
Resulta de locos, ¿no? Es increíble tener amigos que se despierten a estas horas de la noche, que sacrifiquen sus horas de dormir, por algo que no les afecta a ellos. Si no más bien, a un amigo suyo. Ellos se habían despertado con el fin de verme marchar, pues en el momento en el que los dejara, ellos no volverían a verme con la misma frecuencia. Se dejarían atrás todo ese tiempo que, desde 2015, pasamos juntos en aquel piso. Viendo Harry Potter o Juego de Tronos, jugando al Lol juntos, saliendo a cenar de forma aleatoria un sábado por la noche. Los días de paseos espontáneos nocturnos e invernales con Andrés. Los viajes en bus a la escuela de surf con Antía y con Gema. El amor y cariño incondicional que nos dimos poco antes de abandonar nuestro piso a causa de la cuarentena, una separación que por supuesto nos dolió. Pero no tanto como, en ese instante, separarme de ellos.
Esas tres personas habían sido mi salvación. El mundo se había puesto en mi contra, mi familia lo había hecho, mis amigos de Petín me habían traicionado. Y ellos habían llegado a mi vida, entre los maravillosos años 2014 y 2015, formando posteriormente recuerdos que me ayudarían a solventar el dolor y a enfrentarme a las adversidades que en mi más tierna adolescencia me hicieron miserable.
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Los Colores de Las Olas
Fiksi RemajaSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...