-¿Por qué lo has hecho, tío?
Andrés intentaba asimilar, con una expresión distante, todo lo que le estaba contando.
-No lo sé... Me frustré, fue fruto del momento, sigo sin saber qué me llevó a actuar así.
15 de Diciembre. Andrés y yo estábamos haciendo nuestro habitual paseo nocturno de las siete de la tarde que solemos hacer todos los inviernos. Llevaba un mes muy liado con todo el tumulto del doctorado, y apenas tenía tiempo para salir a la calle. Con lo cual, esos paseos que daba con mi amigo y compañero de piso me servían más que nunca, tanto para despejarme, como para aclarar mis ideas. Y ese día, las ideas se nos estaban saliendo de las manos.
Subíamos la cuesta que llevaba hacia el Palacio de la Ópera cuando le comentaba lo que había sucedido el sábado 11 en surf. Camila estaba a punto de ser agredida por su ex novio delante de mí, y yo, sin saber cómo, actué. Cierto es que no es tan raro actuar de alguna manera cuando alguien está a punto de ser víctima de una agresión o un asesinato, sobre todo si esa persona resulta ser inocente. No obstante, no fue el haber vencido la situación el que me desconcertaba y desconcertaba a mis amigos de igual forma.
Soy demasiado pacifista. Por otro lado, sufrí buying en el colegio, durante muchos años. He recibido violencia de todos los tipos: Violencia física, maltrato psicológico y, también, han intentado meterme en confrontaciones. Por otro lado, mi capacidad física no era tampoco de gran amplitud. Antía, que es la persona más débil que conozco, es capaz de ganarme a un pulso. Y eso ya es decir, viniendo de ella. Entonces, provocar algún tipo de daño potente en cualquier persona a la que quisiese herir iría a resultar un caso perdido, al menos viniendo de mí. Más en aquel instante, no lo pude evitar. Observar el terror de Camila en sus ojos, la brutalidad que sería la paliza a juzgar por la manera de levantar el puño de él y de su mirada que pareciera encendida en rojo vivo, así como la aparente fuerza que se veían en sus brazos y que, obviamente, causarían mucho en el rostro de ella... Todo aquello me hizo actuar. Actuar de la única manera con la cual podía hacer imposible que pudiese suceder alguna tragedia. Y ante todo, lo hice con la lección más superficial que me han dado en toda mi vida, la cual en ocasiones puede ser cierta: Soluciona las cosas con violencia.
Se podría decir que salvé a alguien en base a una acción violenta. Y no sabía cómo sentirme, si sucio... O orgulloso de mi acto.
-Bueno, ¿y cómo te sientes?
Andrés iría a hacer posible que pudiese formular o pensar una respuesta con raciocinio.
-No lo sé...-No me pensé tampoco mi respuesta. Pues en verdad, no lo sabía tanto como pensaba-Jamás creía que fuese a solucionar algo con lo que tanto temí durante años... La violencia.
-Se ve que te preocupaste demasiado por Camila, entonces.
-¿Cómo no me voy a preocupar? ¿Tú cómo te sentirías si vieses a una amiga a punto de ser maltratada por un tío? Recuerda que lo pasaste mal cuando violaron a Gema mientras dormía.
Si os interesa saberlo; Gema está bien. Ha ido a urgencias tras la violación. Lo malo es que los padres del muchacho no nos creen, pues ven incapaces de ver a su hijo hacer tal fechoría. Por lo tanto, todavía no lo hemos llevado a juicio. Está en proceso.
-Ya, lo entiendo... Pero ten cuidado con el tío. Podrías volver a cruzártelo.
-No me voy a volver a cruzar con el borracho ese. Está claro que se pasa la vida de bares bebiendo como un puto descosido.
-Néstor, yo te digo, como amigo y como consejo: El que sea latino no quiere decir que tenga el alcohol como única fijación. Supera los prejuicios.
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Los Colores de Las Olas
Teen FictionSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...