ROSALÍA (I)

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Era uno de esos días calurosos. Tan calurosos que no te apetece ni levantarte de la cama.

20 de Agosto. Uno de los peores días de mi vida con creces. Día en el cual te demuestran que el verano está a punto de acabar. Y yo soy de esas personas más básicas que el mecanismo de un chupete que le gusta el verano por encima del invierno. Sí, no me gustan los días calurosos como el de hoy. Soy más hipócrita que la mierda, ya lo sé. El verano es mi estación favorita, pero todo tiene un límite a veces.

Estaba acostada en la cama, con el móvil, observando vídeos de BTS como una posesa. Miraba el culo de Jimin cuando la cámara le enfocaba a él, porque además de estar posesa también estoy salidísima. En mi trance total de Army, recibí una llamada de teléfono.

Una llamada de teléfono de Fernanda. Me cago en mis muertos. Eso sólo podía significar dos cosas: O había muerto alguien o los Huevones la habían liado otra vez. Quise pensar que era lo segundo. Tengo malas experiencias con recibir las muertes de la gente. Como todo el mundo, vamos.

En fin, que Fernanda no es de esas personas que te llaman para estupideces. Para eso te manda WhatsApps. También, irónicamente, como todo el mundo. Así que quedé un poco descolocada.

Para resolver mis dudas, descolgué lo más rápido que pude.

–¿Sí?

–Tía, estarás en casa, ¿no?

–Sí, ¿por qué?

–Me he peleado con la Nati y los Huevones quieren ir a pegarme en conjunto.

No otra vez...

Os voy a poner en situación: En mi instituto, más concretamente en mi clase, los compañeros estamos divididos en dos grupos de amigos. Los Culones, que está formado por mi prima Fernanda, Raquel, Miguel, Esteban, Víctor, Noelia, Elisa y yo. Y luego por otro lado están los Huevones. Liderados por la parejita de la clase, a.k.a Natalia y Manuel, y luego tenemos a Marta, Saray, Germán, Noel, Sergio, Eva, Rodrigo, Laura e Iván. Y luego Miguel Fernández y Sofía, pero esos son los frikis marginados de la clase.

Los Huevones y Los Culones llevamos desde el año pasado enfrentados. Nos conocimos justo entonces, cuando las clases se mezclaron y se dividieron los de Ciencias y los de Letras. Algunos ya se conocían desde hacía tiempo de verse por otras clases y demás. Otros, de verse por la calle, ya que al Breamo vamos todos los que tenemos casa en Pontedeume, mientras que al Fragas do Eume van los que son de aldeas de alrededor. Y no teníamos problemas. Pero todo se fue patas arriba cuando Natalia le robó el novio a Fernanda, Manuel. Eso las llevó a un enfrentamiento que hizo que se metieran mierda la una de la otra y que cada una pusiese en contra de la otra a la gente que conseguía llevarse por delante. Con esto, Fernanda formó el grupo Los Culones, y Natalia el grupo Los Huevones.

Y yo apoyo a Fernanda por encima de todo, sobre todo porque Natalia siempre me pareció la persona más prepotente y gilipollas de mi generación en todo el pueblo.

Ante las aclaraciones de mi prima de lo que había sucedido con ella y Natalia, decidí preguntar:

–¿Pero qué ha pasado esta vez? ¿Por qué habéis peleado?

–Porque me ha acusado de robo y ahora quiere llamar a la policía.

–Está enferma de la puta cabeza...–Dije, con un hilo de voz y arqueando los labios superiores.

–¿Piensas venir? Necesito tu ayuda, primita.

Me levanté de la cama a la velocidad del rayo. Me dejé mis tremendos pantalones de chándal puestos, porque no pensaba ponerme puta ropa de salir a estas alturas. Cogí mi mascarilla quirúrgica de la mesilla y la guardé en el bolsillo de los pantalones. Me dirigía por la puerta de la habitación cuando le dije a Fernanda:

Los Colores de Las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora