4 de Enero. 3 de la madrugada. Noto cómo unos gigantes brazos me llevan lejos del sofá de la casa de Bruno.
Son sus brazos...
Miro arriba y observo esa cara... Su bella cara. Sus verdosos ojos... Muestra preocupación en su rostro. O al menos eso parece...
-¿A dónde me llevas?-Pregunto, con una voz angelical y fina.
-A la cama, Rosa. Estás muy borracha y necesitas dormir-Me contesta.
-Pero yo no quiero ir a dormir si no es contigo.
Suspira. Llegamos a la habitación. Me coloca en la cama. Concretamente, la cama donde en el pasado dormía su hermana y dónde iba a dormir desde el momento en el que llegué. Yo me estiro en ella, abriendo exageradamente mis piernas.
-Yo me voy a dormir a mi cama cuando lo vea necesario, y tú vas a dormir aquí. Ahora.
-Pero Bruno...-Digo, con el mismo hilo de voz
-Dime
-Bruno...
-¿Qué...?-Pone los ojos en blanco
-Te quiero
Sonrío. No me fijo en el rostro de él. En su lugar, miro hacia arriba sintiendo como un montón de nubes negras pasan por mi cabeza.
Al fondo, tras la puerta abierta, me parece avistar a Levi. Me mira con recelo.
Le sonrío como respuesta.
Poco después, dejo que el sueño me invada... Y me duermo.
***
Llevaba una resaca lamentable.
Me desperté a las doce de la mañana. Bostecé como nunca. Sabía que había dormido lo suficiente, pues no sentía ni un ápice de sueño. No obstante, sentía como si hubiese olvidado todo lo que sucedió después de la descontrolada pelea de harina de la noche anterior, en el cumpleaños de Bruno.
La fiesta había sido un éxito. Además de que lo pasamos muy bien todos juntos, conseguí que amara el regalo de cumpleaños que le regalé. Una camiseta térmica para llevar a surf. Y me hizo sentir algo que jamás creí que sentiría en el momento en el que lo recibió.
"¡Esto era lo que quería y que no me dio tiempo a comprar por los estudios!" Recuerdo que me dijo "¡Gracias, Rosa, no me puedo creer que te hayas acordado!"
Luego, me dio un beso en la mejilla y me abrazó fuerte aún con tan sólo un brazo. Recuerdo que todos los presentes dijeron "Oooooh" y aplaudieron, como si se tratara de una película romántica de Netflix.
O sea, ¡me besó! ¿Vosotros os dais cuenta de lo que significa esto para mí?
Cuando me desperté, recordé ese momento. Lo tuve en bucle, mientras seguía acostada en la cama intentando recordar qué fue lo que hice tras la descontrolada pelea de harina. Sé que bebí... Sí, Tatiana trajo bastante alcohol. Sé que bebí ron con cola, Puerto de Indias con Sprite, Vodka con zumo de piña y... Algo más, quizá. Más no recuerdo el qué.
Fue terminarme el Vodka y acabar perdiendo la cabeza.
Por otra parte, no cené casi nada. Sólo un par de percebes y dos almejas. No me gusta mucho el marisco, y tuve que comer algo sólo por compromiso, aunque las ganas que tenía de hacerlo brillaran por su ausencia. De hecho, Néstor me preguntó por qué no comía, y yo tuve que mentirle diciendo que no tenía hambre.
Mis pensamientos me invadían hasta el punto de sentir cómo olvidaba las conversaciones de detrás, aún estando todo el mundo despierto. Me froté los ojos justo antes de oír a Alejandro preguntar:
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Los Colores de Las Olas
Ficção AdolescenteSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...