23 de Octubre. Rosa y yo acabábamos de regresar de surf y había decidido llevarla hasta Elviña a jugar tenis.
Decidí que sería una buena idea darle el gusto de conocer la zona, pues nunca había estado por ahí. Ya que era nuestro segundo día haciendo deporte juntos, nos vino bien haber cambiado y haberla llevado hasta Coruña esta vez. Las pistas de tenis de Elviña eran muy buenas, se impartían útiles clases en ellas, y yo tenía la suerte de jugar a tenis siempre con Félix, que había recibido un título federado este año y llevaba dos años dando clases en la escuela. Con lo cual, él estaría con nosotros.
Acabábamos de llegar a las pistas. Mi amigo estaba saliendo de los vestuarios y me miró con una gran sonrisa en el instante en el que me vio aparecer.
–¡Hombre, Bruno!–Gritó, y dio varios pasos hacia mí antes de seguir hablando–¿Y ese cambio de horario tan repentino de hoy? No esperaba que fueses a venir.
Me puse una mano en el bolsillo derecho y la otra la usé para sostener la espalda de Rosalía.
–Te vengo a presentar a mi compañera de surf, Rosalía. Está en Segundo de Bac y quiere estudiar INEF, entonces la estoy llevando a hacer diversos deportes para que practique–Solté la mano de su espalda para acercarme a mi amigo–Rosalía, este es Félix. Es el único amigo que conservo de la carrera a día de hoy, y es con quien juego al tenis. Es profesor aquí.
–Hola...–Dijo ella, tímidamente y moviendo la palma de la mano, con una sonrisa que sólo comprendía una de las comisuras de su boca.
–Un placer conocerte–Le respondió Félix, sonriendo–¿Has jugado alguna vez a tenis?
–En las clases de Educación Física. Juego casi todos los años. También juego bádminton con mi prima.
–El tenis y el bádminton no son tan similares como se piensa, así que si estás más habituada a jugar el segundo, creo que te tendré que enseñar un par de técnicas–Se dirigió hasta el banquillo que estaba al lado del mío, donde había apoyado todo su material–Coge una raqueta. Te conviene una pequeña.
Rosalía cogió la raqueta y una pelota, también pequeña. Cuando hubo cogido todas sus cosas, me miró sonriendo y se acercó a mí en el momento en el que vio que levanté el puño, para chocar el suyo. Le guiñé el ojo y ella, tras asentir, se acercó a jugar.
Se notaba que no tenía mucha experiencia en este deporte. Se le veía dispuesta, preparada a aprender. No obstante, se autoexigía demasiado cada vez que perdía algún tiro, hasta el punto de llegar a una rabieta. Y no era de extrañar; era una niña y se notaba que quería ser la mejor en todo tipo de deportes. Lo cierto es que, al final quién más disfruta, es el mejor deportista. Sabía que ella debía aprender a no sufrir tanto con todas las nuevas experiencias, y ese era un trabajo con el cual tendría que lidiar si quería dedicarse a ser una deportista de primera.
Poco a poco, la vi cogiendo el ritmo. La observé mantener la calma. Félix la animaba cada vez que ella se afligía o se creía incapaz de lograr su objetivo. La ayudaba o le decía, con mucha calma, todos los errores que cometía. En verdad, Félix siempre tuvo madera de ser un gran profesor, y lo está demostrando cada vez más. Su implacable interés por el tenis desde que era pequeño, así como su paciencia y su ferviente simpatía, hacían de él uno de los mejores profesores de la escuela. Y no lo digo precisamente porque fuese mi amigo. He conocido a otros profesores, ya que algunos de los nuevos estudiaron conmigo. Los he visto dar la clase, y ninguno de ellos posee la carisma y la calma de Félix. Si Rosa ha de aprender correctamente a jugar tenis, por lo menos en una buena escuela, quiero que aprenda con él.
Terminaron. Mi amigo estaba sudado hasta las cejas, mientras que yo noté a Rosa exhausta, sintiendo que lo que acababa de vivir había sido algo así como una tortura. Félix le tocó el hombro y la miró, sonriendo abiertamente, mientras yo me sentía contagiado por esa sonrisa y por la comprensión de mi amigo ante ella.
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Los Colores de Las Olas
Teen FictionSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...