43-CAMILA (VIII)

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 –Dios, cariño... Me vas a volver loco.

Yo le besaba repetidamente, y él pronunciaba palabras después de cada suave roce que nos dedicábamos.

–Fóllame entera–Le insistí–Quiero que hagas de mi cuerpo tu templo.

Él acariciaba mi nalga izquierda con la yema de su dedo índice.

–Haré de tu cuerpo mi templo, y de tu culo, haré un monumento.

Acto seguido, mordió y saboreó mi cuello durante un par de minutos, haciendo que, poco a poco, yo me derritiera.

Era 2 de Marzo. Tres semanas más tarde de nuestro primer acto, Néstor y yo seguíamos viéndonos. Saboreándonos. Follándonos. Teniéndonos.

Sentía que mordía una manzana prohibida cada vez que estaba con él. Ya no era tanto por nuestras evidentes diferencias, que pretendían trazar una fina línea invisible entre nosotros aunque ésta casi no se pudiese apreciar cuando estábamos juntos. Más bien por la incomodidad de tenérselo guardado en secreto a casi toda nuestra gente querida. Bruno era el único que lo sabía, y ni siquiera lo hacía porque nosotros decidiéramos contárselo. Él era muy observador, y descubrió los sentimientos de Néstor, así como nuestra actitud al estar juntos, antes de lo previsto. Una semana más tarde de que ocurriera todo. Así que decidimos no escondérselo, más a sabiendas que confiábamos en él.

Antía y Gema aún no se habían enterado. Néstor no se lo quiere contar todavía, piensa que se reírían de nosotros. Aunque si lo hubieran hecho, tampoco me hubiera preocupado, casi menos que Bruno. Ninguno de los tres es precisamente el motivo por el cual escondemos nuestra relación.

En primer lugar, mis amigas. Kati y Zoe todavía tienen relación con Carlos y la mayor parte de sus amigos, sobre todo Jaime, el novio de Zoe y mejor amigo de mi propio ex. Aunque confiaba en ellas ciegamente, sabía cómo era ese grupo de amigos; de lo que se entera uno, se enteran todos. Yo no estaba en ese grupo desde que rompí con Carlos, pero era consciente de su afán por curiosear, cotillear, conocer hasta donde no deben. Fueron ellos los que transmitieron mis rumores de romance con Carlos; y serían ellos los que tratarían de transmitir esto.

Por otro lado, la familia de Néstor. Son bastante conservadores, y aún son incapaces de entender su bisexualidad, y por qué aún le gustan las mujeres habiendo traído ya a hombres a casa. Y además de eso, son muy racistas; más de lo que el mismo Néstor era cuando lo conocí. Llaman a los inmigrantes y a los latinos "ladrones" e "indios de mierda", y algo que odian con fuerza es ver a uno de sus hijos con una pareja inmigrante o de raza. Hasta el punto que puedan, incluso, echarles de casa.

Conclusión; Néstor tenía padres encerrados en el medievo que no eran capaces de aceptar que el mundo sigue evolucionando. Yo, por mi parte, tenía un ex novio obsesivo que todavía me perseguía, y que sería capaz de lo imposible con tal de no verme con otro hombre.

Nos tumbamos en mi cama con cabecero rosa de princesa, el cual no había cambiado, y menos tras haberme ido. Ahí, seguimos toqueteando y saboreando nuestras respectivas partes del cuerpo, mientras buscábamos con insistencia nuestras respectivas bocas. A la par que Néstor palpaba por mi mesilla para ver si encontraba los condones. Cuando pude observarle en plena búsqueda de lo mismo, él sujetó mi cabeza con la palma de su mano y me dijo, jadeando un poco y casi incapaz de hablar:

–Cami, mi amor... Sigue con la mamada mientras busco esto... Ya sabes por qué...

Yo asentí, y bajé mi cabeza. Pero cuando estaba a punto de abrir la boca para hacerlo, mi estridente timbre, que hacía el fuerte sonido de una trompeta rota, irrumpió nuestro frenesí.

Los Colores de Las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora