-Pero sigo sin entender por qué él iba a hacerme esto...
En el piso, llevábamos varios días cargados de incertidumbre y mortificados ante lo que iba a suceder con el violador de Gema. La familia todavía no quería presentarse al juicio, pues no creían que su hijo pudiese cometer tal barbarie. Y nosotros no sabíamos cómo controlar la situación por nuestra cuenta, procurando que hubiese un ápice de bienestar. La culpa de ello era el descontrolado shock de Gema ante lo que sucedió y la dificultad que tenían, tanto ella como su familia, para pagarle las terapias. Antía, Andrés y yo llevábamos varios días echándonos las manos a la cabeza.
Era 15 de Enero y estábamos yendo a surf en autobús mientras conversábamos sobre el tema. Antía estaba sentada al lado de Gema y yo asomaba mi cabeza desde el asiento de atrás.
-Gema, pase lo que pase, vamos a intentar ayudarte-Insistía Antía, cogiéndole de la mano-Pero tienes que darnos algo de tiempo. Estamos intentando contactar abogados, a la familia, todo... Pero es imposible.
-Es un gilipollas y todos lo tenemos claro-Aclaré-Pero he de decir que más gilipollas es al no querer cargar con la puta responsabilidad de un delito que él mismo ha cometido. Me parece increíble que esté haciendo lo imposible con tal de lavarse las manos.
Gema apartó la mano de la de Antía y giró su cabeza hacia la ventana. Por su repentino y distante lenguaje corporal, supimos que no quería seguir hablando del tema. A mí no me quedó otra que encogerme de hombros.
-Estamos haciendo todo lo que podemos-Alargué el brazo para acariciar la cara de mi amiga con el dedo pulgar-Te aseguramos que ese impresentable no saldrá impune de tal delito.
La noté sonreír, gracias a un pequeño respiro que fue capaz de soltar, debido a que la mascarilla cubría su sonrisa. Antía le dio un codazo amistoso mientras que yo me volvía a colocar en mi sitio. Pasamos los últimos cinco minutos del viaje en silencio.
Mi mente en ese momento comenzó a llenarse de cosas que llevaban varios días carcomiéndome. Por ejemplo, necesitaba contarle a Paloma lo que estaba sucediendo con mis bailables sentimientos, los cuales ni yo mismo era capaz de descifrar. Tras varias charlas con los chicos y un café, estrujarme el cerebro en la cama y en la ducha y en múltiples distracciones donde no quería tocar mis apuntes del doctorado, me había percatado que, sin lugar a dudas, no sentía nada por ella. O por lo menos, no sentía lo que yo creía sentir. Paloma era guapa, era divertida, era muy fuerte y tenía las cosas muy claras en su rumbo de vida... Era perfecta para mí. Se podría decir que, en el momento en el que la conocí más a fondo, me di cuenta de tan gratificante detalle. Más aún con eso, había algo que no cuajaba. Nuestra relación no poseía la chispa que creía que podría sentir. Quizá fue por la velocidad de la misma, la carencia de comunicación, o quizá que mis sentimientos giraban hacia otro lado que yo desconocía. Pero la relación no iba por buen puerto.
Después de la clase, debía quedar con ella y contárselo.
-Ya hemos llegado-Antía me despertó de mis pensamientos con aquel comentario.
Me incliné hacia el frente, apartando mi vista de la ventana. Acto seguido, cuando vi a mis amigas quitarse el cinturón, yo hice lo correspondiente y las seguí hasta la parada del autobús, con mis pensamientos condensándose en mi cabeza y desapareciendo poco a poco.
Llegamos a la cuesta. Camila y Bruno estaban ya en la puerta, hablando entre ellos. La observé a ella. Llevaba su habitual poncho peludito rosa puesto, ese que me producía tanta ternura al verlo, porque parecía la piel de un osito de peluche. Su pelo estaba muy liso y extremadamente limpio, y me pregunté si no le resultaba preocupante que el arrasante mar se lo estropease cuando lo llevaba perfecto. Deseaba acariciar ese cabello; se veía tan lacio y tan suave desde la lejanía...
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Los Colores de Las Olas
Fiksi RemajaSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...