51-PALOMA (IX)

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Mi relación con Nico iba a mejor día tras día. Cada día tenía más claro que él me empezaba a respetar, y yo a pocos me daba cuenta de que estaba verdaderamente enamorada de él.

Pasábamos mucho tiempo juntos. A veces, él subía a la casa del árbol y nos poníamos a jugar con el maquillaje. Le ponía un tutú y lo hacía pasar por bailarina, así como le ponía de vez en cuando chichos en el pelo y me cachondeaba de cómo le quedaban, pero sin provocar o hacer posible que él pudiera encontrarse incómodo. Al contrario; él disfrutaba con esto más que yo. También íbamos a su casa o a la mía, y veíamos películas, o jugábamos al solitario con una baraja de cartas. Nos sacábamos fotos chorra con su Polaroid, escuchábamos música a todo volumen encerrados en la casa del árbol, y fumábamos en mi terraza. Éramos como dos mejores amigos que a la vez se besaban y se acariciaban en la intimidad, y es así cómo siempre pensé que todas las relaciones de pareja medianamente estables se veían.

Aún con todo esto, había algo que no terminaba de cuajar. Nico seguía poco interesado en tener sexo conmigo. Cuando yo me acercaba para tratar de seducirle, ya fuera mordiéndole la cara, acariciándole en las partes bajas o susurrándole al oído, él veía el percal venirse y me empujaba diciendo "Ahora no", aunque otra parte de su cuerpo hablase con más claridad que él. Sabía el por qué de todo aquello, y siempre intentaba buscar la manera de hacer que abriera la mente, que se diera cuenta de que no pasaría nada si tuviese delante suya órganos reproductores distintos y que no haría que las chicas le gustasen menos, por supuesto. Aún así, no era capaz de buscar la manera de hacérselo ver tampoco de forma verbal, pues cuando intentaba sacar el tema del sexo, él cambiaba el rumbo de la conversación enseguida.

Pero estaba decidida a que, por fin, se atreviera a escucharme.

Salía de la escuela Pablo Picasso la mañana del 7 de Abril. Era su vigésimo primer cumpleaños, e íbamos a comer juntos. Luego iría a cenar por el centro con sus amigos y sus padres y su hermano, que acababan de venir de Ponferrada para verle. Pero no cabía ninguna duda de que, durante el mediodía, él sería todo mío. Y así fue; ya que me esperaba en las escaleras cuando yo salía por la puerta.

Estaba con Laura y con Yess, comentando sobre el próximo proyecto que tendríamos planeado para las clases de teoría e imagen. Era un proyecto que se tendría que hacer entre tres.

-Yo creo que a la profe le puede gustar nuestro plan-Elaboró Yéssica, con una sonrisa en la cara-Mirad, preparé un itinerario para que podamos organizar el dibujo y presentarlo con seguridad.

-Yess, quedan dos semanas para la presentación inicial y dudo que tu plan pueda ser mejorado de cara a entonces, o que Paloma y yo podamos aportar soluciones que se arreglen con facilidad-Farfulló Laura-Creo que deberíamos debatirlo con mayor detalle entre las tres.

-Tenemos toda la Semana Santa para prepararlo todo bien, Laura-Aclaré-Yo creo que deberíamos probar a prepararlo en ese tiempo y darle una oportunidad a Yéssica de trabajar con su proyecto.

-¿Lo ves? ¡Ella me entiende!-Se burló Yéssica.

Contesté con una sonrisa alocada. Después de mirar a mis amigas, miré al frente y encontré allí a Nico, sentado en las escaleras, mientras miraba a las calles del Paseo Marítimo. Estaba muy guapo. Desde que salía conmigo había dado de lado su estética facha, y se había empezado a vestir con vaqueros normales y sudaderas informales, ignorando los chalecos y las camisas de cuello vuelto. Se veía más juvenil, más humilde y más atractivo, desde mi punto de vista. Su colonia cara de Invictus tampoco me molestaba al acercarme un poco a él, a abrazarle, besarle o lo que fuese. Sonreí al verlo, pensativo, fijar su vista en el mar mientras esperaba a que yo apareciese. Poco después, conseguí que se girara, y noté cómo me sonreía también.

Los Colores de Las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora