Camila, Gema, Rosalía y yo estábamos sentadas en fríos bancos, expectantes, nerviosas. Hastiadas y cansadas. Pero juntas.
Era 12 de Mayo, y las cinco de la tarde, y las cuatro nos habíamos dirigido a comisaría para firmar los papeles de un juicio el cual estábamos deseosas de que sucediera, donde las figuras principales serían aquellos hombres que, directa o indirectamente, nos hicieron algún tipo de daño. Yo sonreía por fuera y tenía sensaciones agridulces por dentro; quería que fueran condenados de la peor manera posible, y que firmaran con fuerza la consecuencia de sus actos. A fin de cuentas, yo era la más afectada. Los hombres que habían dañado a Camila y a Rosalía, respectivamente, eran los mismos que me habían quitado a mi mitad de vida, a lo que más quería.
Jamás hubiera supuesto que Camila había sufrido maltrato por parte de uno de los asesinos. Y me dolía saber lo inconsciente que había sido siempre viviendo bajo el mismo techo con alguien con la sangre tan fría, durante un año y medio. Pensaba y pensaba, sabiendo con creces que una persona malvada es también manipuladora y lista. Sabe que debe disfrazar su verdadera personalidad para ser admirado de cara a la galería, para ser querido de alguna forma por su objetivo principal al cual dañar. Y así, trae consigo muestras amargas de cariño y aprecio que de pronto se transforman hasta llevar al odio y al dolor. No paraba de pensar que Camila habría sufrido durante tanto tiempo.
Por otro lado, aún me sentía algo anonadada de saber que Rosalía estuvo a punto de ser atacada por los otros tres asesinos. Y de la peor forma posible; intentando violarla sin dejar que ella pudiera defenderse. También había denunciado a un compañero suyo que le sacó fotos a ella y a Bruno sin su consentimiento, así como trajo a los involucrados en aquel brutal acoso que tanto la traumatizó, y con razón. Me sentía con el deber de protegerla, y asegurarme de que por nada del mundo mi mejor amiga volviera a sufrir.
El caso de Gema, en especial, me daba mucha más pena, y me hacía feliz que se fuera a solventar. Imagina estar año y medio confiando tanto en alguien, dispuesto a darle tu cariño incondicional, a quererlo y protegerlo con llave para no perderlo nunca, y esa persona te hiera, te traicione, y abuse de ti de la peor manera posible; violándote. Además, estar durante tantos meses procurando arreglar un juicio que nunca salía adelante, tanto por la negligencia del agresor como por la falta de pruebas, resultaba estresante y doloroso. Me imagino que Néstor y el resto de sus compañeros lo habrán tenido que pasar muy mal. Pero bueno, ya había pruebas, y la rata de David sería por fin juzgada. El mismo día, pero una hora más tarde. Aún con eso, Gema tendría lo que merecería; a la persona que más daño le hizo y más le traicionó entre rejas.
Sólo éramos cuatro mujeres atormentadas, doloridas y deseosas de dar con el fin de nuestra pesadilla: el patriarcado, y la forma en la que el hombre promedio, ese rey que lo controla, aprovecha para herirnos a las mujeres y a aquellos hombres que se comportan igual que ellas, como sucedió con Isaac.
-¿No os parece que los minutos se pasan como horas?-Preguntaba Rosalía, curiosa, mientras jugaba con los nudillos de sus dedos.
-Si hay algo que ahora mismo deseo con creces-Le contesté, colocándome mejor en el banco-Es que todos aquellos que nos atormentaron, a las cuatro, reciban el castigo que se merecen. Me da igual cuando. Pero si tengo que esperar toda la tarde, o un día entero, que así sea.
Rosa asintió, y de pronto, nos vimos a las cuatro mirando a la puerta de Juzgados. Yo zarandeaba las piernas y sacudía la cabeza, preguntándome cómo este laberinto de dolor y sufrimiento acabaría. Mi mente deseaba que acabase bien, aún sabiendo qué tan injusto podría llegar a ser el mundo a veces.
-¿Deberíamos ir a tomar algo?-Preguntó Camila, con una obviamente falsa sonrisa, pues por dentro se veía que estaba estresada-Nos avisarán cuando el juicio se termine, para darnos el veredicto.
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Los Colores de Las Olas
Teen FictionSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...