BRUNO (I)

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Salí a correr aquel 22 de Agosto, como era habitual, al gran Paseo Marítimo.

Mi mente seguía en otra parte desde hacía un mes. Un mes bastante duro, en el que estuve en completo shock intentando asimilar lo que había sucedido con Ana. No me sacaba de la cabeza las imágenes que Félix me pasó cuando yo sólo quería tomar un descanso en uno de los rígidos bancos frente a la Playa del Orzán. Una simple mañana temprana en la cual pensaba que iba a tener un buen día, carente de ninguna preocupación más que hacer la matrícula en el Grado en Biología. Pero en su lugar, acabé teniendo un día en el que lo único que se me pasaba por la cabeza era llorar y encerrarme en mi habitación, arrancándome los rizos y suspirando de dolor preguntándome qué es lo que habría hecho mal.

Ese día 22 de Agosto, yo corría y corría, y mis imágenes reproducían constantemente la foto de Ana con aquel chico. Un chico del cual siempre sospeché cosas raras. Su amistad con mi ex novia no me inspiraba ningún tipo de confianza. Su desenfadado y atrevido acercamiento hacia ella me daba a pensar que estaba buscando maneras de conquistarla. Hice los máximos esfuerzos por confiar en ella. Llevábamos dos años. No la podía perder. Ni siquiera un hombre desconocido más musculoso y aparentemente más atractivo que yo iba a competir con el cariño incondicional que ella siempre alegó tener por mí.

Más me equivoqué.

Las imágenes que pasaban rápidamente por mi mente podían con mi salud mental, que ya se hallaba deteriorada. Tras una hora seguida corriendo, me senté en el mismo banco donde recibí las fotos. Expiré e inspiré, bebí el Gatorade de limón que me había comprado el día anterior en Decathlon. Posteriormente, bajando la cabeza y con el sudor acabando con todos y cada uno de los poros de mi cuerpo con más intensidad que nunca, decidí que debía sacar las pesas de la bolsa del gimnasio.

Así hice. Comencé a ejercitar los brazos con las enormes pesas para tratar de distraerme. No fue hasta poco después que encontré a Tatiana, mi compañera de piso, paseando por el paseo. Iba con su hermana de diecinueve años, la cual había venido desde Vigo para ir a visitarla. Abrió los ojos como platos tan pronto me vio sentado en el banco.

-¡Bruno! ¿Qué haces aquí?

-Hola, Tati-Dejé la pesa en el banco y me levanté, con una sonrisa en la cara-He salido a correr como cada mañana.-Miré a su hermana, y ancheé mi sonrisa-Hola Andrea.

-Hola-Me contestó ella de brazos cruzados y con falta de interés. Creo que mi actitud intrusiva siempre le ha intimidado.

-Pero nunca sales a esta hora. Siempre sales como a las 7 de la mañana.

-No puedo salir a las siete...-Aseguré-Cada vez que salgo a esa hora, los recuerdos turbios de Ana y las fotos aparecen en mi mente. ¿Por qué crees que ahora no salgo con tanta frecuencia al paseo? ¿O por qué crees que llevo un mes sin volver a Ponteceso? Hay ciertas cosas que me recuerdan a ella que no puedo repetir-Me volví a sentar en el banco-De hecho, hoy he salido a correr porque Álex me ha pedido de ir a mirar una cosa en Vazva y ya que estaba, he aprovechado.

Tatiana levantó las cejas y me miró juzgándome, mientras yo volvía a usar las pesas. Tras mirar a su hermana, volvió su vista hacia mí. A mí sólo se me ocurrió encogerme de hombros, ya que no era capaz de entender a cuento de qué venía su expresión.

-¿Qué pasa?

-¿No crees que va siendo hora de que olvides lo que sucedió con Ana? Estás echando a perder tu vida.

-Tú no lo entiendes, Tatiana. Llevas ocho años con el mismo hombre, y dudo que él te vaya a dejar tan fácilmente como Ana me ha dejado, o más bien traicionado, a mí. ¿Tú sabes lo que es perder a una persona que quieres tanto?-No podía hablar del tema. Mi voz comenzaba a rasparse, como origen de un venidero llanto-¿Saber que ya no la puedes abrazar con ternura mientras le das besos en la frente? ¿Esas tazas de café en casa mientras hablábais de absolutamente nada relevante? ¿Hacerle la cucharita todas las noches a la hora de dormir? ¿Los paseos por toda la ciudad hacia ninguna parte? No... No lo entiendes...

Los Colores de Las OlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora