Las palizas, las agonías, el dolor. Todo aquello que recibía se hacía cada vez más y más fuerte.
Levi me golpeaba. Me pegaba fuerte, deseando que jamás hubiese sido mi amigo. Todo aquello que por su parte estaba recibiendo no era ni una cuarta parte de lo que quizá mereciera recibir. Había pecado, con la peor mujer con la cual podría haberlo hecho. La chica que le gustaba.
-¡Eres un auténtico hijo de puta!-Me chillaba, acercándose a mí con el torso erguido y expresión agresiva, mientras yo me mantenía distante y sentía debilidad en mi interior al mismo tiempo-¡No me puedo creer que alguna vez haya confiado en ti!
Tras repetir esas palabras, con frialdad y un ardiente enfado ocupando toda su alma, se dio media vuelta y se marchó. Para no volver.
Fue aquel oscuro 6 de Mayo del año 2022 donde supe, por primera vez, cuál era el peor día de mi vida, descartando así todo mal recuerdo del pasado.
***
16 de Mayo. Era uno de los últimos días de clase antes de los dolorosos exámenes finales de Universidad que llevaban persiguiéndome desde la Navidad del 2015. ¿En qué momento se me ocurrió que era buena idea repetir esta experiencia y sufrir otros cuatro años más? ¿Cuándo decidí tener una doble titulación?. Era estos los momentos en los que me lo preguntaba.
Me dirigí hasta la cafetería. Estaba solo. Una semana entera llevaba sintiéndome solo. Si bien al empezar las clases siempre iba lo antes posible para conversar con Levi mientras esperábamos, estos días procuraba llegar bastante más tarde, algunos días no llegando a estar puntual en la clase. Pues esta vez no tendría la oportunidad de hablar con él. Ni con él ni con nadie. Levi era mi único amigo en esa carrera.
Desgraciadamente, el día 16 debí quedarme en la cafetería para acabar un trabajo. Encontré una mesa vacía y solitaria en una esquina, en la cual decidí sentarme. Me pondría vídeos en el móvil, de caídas graciosas o de WatchMojo, para buscar la manera de entretenerme mientras me comía aquel bocadillo de tortilla. Solo. Aburrido. Y, por supuesto, merecidamente.
A fin de cuentas, una persona que había perjudicado amistades sólo por tener dudas sobre sí mismo incapaces de resolver no era el tipo de persona que merecía tener un sólo amigo.
Notaba mis párpados desplomados mientras comía. No había dormido nada esa noche. Ni ninguna en varios meses. Estaba empezando a tener ataques de ansiedad que me hacían no poder dormirme hasta las tantas de la mañana, y los había estado ignorando durante un mes al menos, pero siempre fui consciente del daño que me estaban haciendo en los trabajos. Porque no era sólo mi situación social lo que más me estaba afectando en los últimos meses, si no también la enorme sobrecarga de trabajo que estaba recibiendo.
-Bruno.
Me pareció un sueño oír aquella voz. Si bien se escuchaba cortante e indecisa al hablarme, también sentía que necesitaba oírla. Sentía que necesitaba que todos aquellos pedazos se volvieran a juntar.
Aparté la vista del móvil, y observé a Levi mirarme fijamente, de brazos cruzados, procurando recibir algún tipo de atención por mi parte. Dejé el bocadillo en el plato, y dibujé una sonrisa escondida en mi rostro.
-Hola...-Le contesté, titubeante.
-¿Puedo sentarme?
Tuve que intentar contener la felicidad y el alivio que sentí dentro de mi interior cuando mi amigo efectuó aquella pregunta. Sentía que quería, por fin, escucharme, y que habláramos las cosas, después de tanto tiempo evitándonos el uno al otro. Quise pensar, por supuesto, que sería así y que los dos saldríamos bien parados de esta venidera conversación.
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Los Colores de Las Olas
Fiksi RemajaSeis personajes. Seis frustraciones. Tres historias. Camila, Rosalía, Paloma, Néstor, Bruno y Nicolás tienen vidas muy diferentes. Sufren cosas muy distintas, desde la pérdida hasta la acentuación de sus inseguridades, pasando por el maltrato en el...