Thalía
Los días iban pasando y yo ya era parte oficialmente de la mafia, tenía el tatuaje en la cadera. Mauro decía que me quedaba sexy. En fin, me encantaba como me trataban, y además, estaba empezando a manejar armas grandes. Me encontraba en entrenamiento junto a Duki, el cual llegaba a ser estresante, siempre iba a gritos, y yo así no funcionaba, así que me harté.
–Mira, me he cansado, me voy –desaparecí de la sala yendo al salón.
Y a los pocos segundos apareció Momo, con el cual también tuve una pequeña "discusión", no estaba de humor.
–... Vuelve –dijo Momo con una mirada neutral.
–Ahora no voy a volver con él.
–Difícil lo tenés si crees que no va a venir a buscarte.
–Es que me voy a mi casa –dije levantándome del sofá.
–Thalía –dijo ese hombre que antes había estado siendo un gilipollas.
–¿Qué?
–Vamos, te va a enseñar el mejor francotirador que tenemos.
–¿Para qué? ¿Para que me vuelvas a gritar? Paso.
–Te estoy diciendo que no te voy a enseñar yo, mueve el culo.
–Vale –dije yendo con él.
Al volver a estar ahí me estaba esperando ese chico con una pequeña luna tatuada en la parte superior de la mejilla, Tiago.
–Ve con él, yo iré a otro lado, me pones histérico –dijo él yendo a la otra punta.
–Uy, de verdad, hay veces que no lo soporto.
–Yo tampoco, no te preocupes. Vamos, agarra el arma
Cogí el arma y esperé a que me diera indicaciones de cómo usarla.
Se puso detrás de mí para colocarla, agarró mi mano y la puso donde tocaba al igual que con la otra y bueno... poco a poco.
–Te falta apuntar mejor pero sí, más o menos. Eres buena con la Punto 40, no te será difícil.
–Genial –dije sonriendo, él sonrió también.
–Va, vuelve a hacerlo. Suelta el arma y agarrala como te enseñe.
La solté y luego la volví a coger como él me enseñó, y ante sus indicaciones disparé y le di a la cara del cartón.
–¿Bien?
–Perfectamente, menudo headshot.
Tocó el botón para acercar el cartón, dejando ver un agujero en la frente.
–¿Has visto? –dije orgullosa.
–Ehhh, para, chiquita. Primero intenta hacer un par de tiros más y vemos si podés estar así de orgullosa.
–Por una vez que tengo puntería...
–Intenta darle al pecho o al abdomen, donde está el hígado.
Apunté y disparé dándole al pecho.
Él no dejaba de sonreír, y yo me sentía orgullosa de haber tenido tanta puntería y lo abracé emocionada, a lo que él me abrazó también con una pequeña risa.
–Venga, nena, sigue.
Seguimos un rato más ahí dando tiros mientras él me seguía ayudando y guiando en alguna que otra cosa y después salimos de ahí yendo al salón con los demás.
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Camisa de once balas I
Fanfiction"La mafia tiene peligros, armas y gente despiadada, pero en todos los sitios se puede encontrar un buen corazón..." ¿Quieres averiguarlo? (Mucho contenido y lenguaje explícito, no vamos con intención de sexualizar a nadie) 2 libro ya publicado