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Thalía

–No estás bien.

–¿Eh? Sí, sí estoy bien, ¿puedo pasar?

–Pasa, pero no me mientas... Te conozco y estás apagada.

Entré y me senté en su sofá y luego la miré.

–Estoy cansada, tengo miedo, no puedo más.

–¿Qué está pasando?

–Me tiene controlada, conseguí que dejara de ser así, pero nada, me ha hecho bloquear a Mauro para que no lo vea, y me ha empujado varias veces.

–Déjalo, no vale la pena…

–No es tan fácil.

–¿Qué es lo que te lo impide?

–Mi amor hacia él. Da igual, así que si no veo a Mauro y no hablo con él puede que consiga olvidarse de mi.

–Irá a buscarte.

–No creo, el otro día casi lo mata Duki,
no sé arriesgara.

–Este chico moriría por ti…

–Ya… Bueno, da igual, ¿cómo estás tú? –pregunte mirándola, no había sabido nada de ella en mucho.

–Bien, creo que bien.

–¿Crees?

–Bueno, he estado sola todo este tiempo... Me ha dado mucho de qué pensar. Pero no estoy mal.

–Por lo que pasó… yo ya no estoy enfadada contigo.

–Si lo siguieras estando lo entendería igualmente, y gracias por perdonarme,.

–No puedo estar mal contigo toda la vida, eres mi mejor amiga.

–¿Cómo están los demás?

–Hartos de Duki, pero bien. A Mauro lo metieron en la cárcel, pero Tiago le pagó la fianza y salió, ahora está viviendo en mi casa. Tengo mucho que contarte... Déjame tu móvil.

—¿Para?

–Para llamar a Mauro y avisarle –dije mirándola–. Por favor.

Me pasó su móvil y marqué su número impaciente a que lo cogiera.

>¿Si? ¿Qué pasó?

<Mauro… –suspiré aliviada.

>Thalía... ¿Por qué me bloqueaste?

<Me obligó él, lo siento.

>Olvidalo. ¿Dónde estás?

<Estoy en casa de Adhara.

>Voy para allá de una, avisala –dijo apresuradamente para luego colgar.

–Va a venir Mauro, ¿te importa?

–Que va, que venga, necesitas verle y se te nota en los ojos.

A los minutos tocaron a la puerta y fui a abrir encontrandome con Mauro, él me abrazó con fuerza nada más verme, extrañaba sus brazos…

–Me ha dicho que no me puedo ver más contigo…

–Tenes que salir de allá, nena…

–Mauro, lo quiero.

–Thalía, tienes miedo… –dijo Adha detrás de mí.

–No lo sé.

Me senté en el sofá y empecé a mover mi pierna nerviosa, Mauro se sentó a mi lado y puso su mano sobre mi pierna.

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora