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Adhara

Los días me habían pasado un poco lento, sentía que cada vez me enamoraba más de él, pero él no de mí, es más, pasaba bastante el rato con Thalía, y yo no lo veo mal, es decir, son amigos, pero siento que me está "descuidando". Lo amo, con todo mi corazón, pero me duele que haga esto. Justo estoy bajando de su habitación y nada más entrar en el salón está con Thalía y con Abril. Abril lo quiere muchísimo, igual que Thalía, se llevan muy bien, le llama "tío" y todo. Pero no sé, cada vez se enfría más, y no quiero, porque le quiero.

–Titaa –corre la niña a mis brazos. Eso sí, con esta niña nunca tendré un problema, la amo. La alzo en brazos y le lleno la cara de besos, esta niña me quita los malos pensamientos, aunque solo sea un rato. Ellos me miran y sonríen.

–¿Qué tal? –pregunta mi amiga.

–Bien –y ahí estoy, mintiendo como una bellaca.

Me siento en el otro sofá y mi novio ni siquiera me dice nada. Y luego cuando estamos a solas bien que me pide mimos y todo lo que él quiere y yo de tonta se lo doy. Se quedan hablando como si yo no estuviera, ríen y se sonríen mutuamente, no puedo más. No quiero decirles nada, no quiero quedar mal, pero voy a explotar un día de estos.

–Tita, ¿por qué estás tan seria? –parece mentira que la niña se dé más cuenta que mi propio novio.

–Nada, cariño, no es nada –disimulo. Ella me abraza y consigue sacarme una sonrisa–. Tu tío es un poco tonto, es sólo eso –ella se ríe, y Biza me mira, POR FIN.

–¿Qué dijiste?

–Nada, mi amor –lo miro a los ojos.

–Adha… –me mira mi amiga.

–Que te podrías acordar de que tienes novia.

–¿Por qué decís eso?

–Porque te levantas y te vas con mi mejor amiga, hay veces que ni siquiera me das los buenos días, ¿te gusta ella o qué? –estaba explotando, y no quería hacerlo delante de la niña–. ¿Podemos hablar en privado?

–No, relájate porque te estás confundiendo. Me voy con ella porque no está en un buen momento y necesita apoyo, nada más. Y si fueras su mejor amiga la apoyarías, pero solo estamos los chicos –se encoge de hombros mi novio.

–... Vete a la mierda –me voy de allí con lágrimas en los ojos, si, yo apoyo a mi amiga, estoy para ella, para lo que sea, pero me duele que MÍ novio parezca más el suyo que el mío propio. Alguien me coge del brazo y es Mauro.

–¿Qué te pasa? ¿Por qué te vas?

–¿Me prometes que no se lo vas a decir a nadie más? –trato de aguantar las lágrimas para no preocuparlo, pero parece que eso sólo lo preocupa más.

–Te lo prometo –le expliqué mi situación, acabé llorando–. Yo creo que te estas confundiendo, Adha. Él solo la está apoyando, no está pasando por una situación agradable.

–Lo sé, joder, no me gusta sentirme así, porque ella no tiene la culpa de nada, pero se despierta y piensa en ella –trato desesperadamente de dejar de llorar–. Creo que soy yo la que tiene el problema…

–Tú no has hecho nada, ni tienes ningún problema. Es normal que te sientas así. Dale tiempo, si sigue igual, habla con él y le decís cómo te sientes.

–Lleva un mes así… –suspiro.

–Mira, soy tu amigo y no quiero verte mal. Duerme esta noche en mi habitación, si te sientes mal con él. Es mejor que no duermas en su cuarto –lo abrazo, lo quiero mucho. Es un gran amigo. Me envuelve con su brazo con fuerza y deja repetidos besos en mi cabeza. Acaricio su espalda y mi otra mano va a su pelo, a pesar de que se lo seguía tiñendo era suave, muy suave–. ¿Estás bien?

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora