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Thalía

Ya había pasado una semana desde aquello y por fin había conseguido dormir sin pastillas, todo era gracias a los chicos. No me dejaban sola para nada y siempre me hacían reír con cualquiera tontería, los quería muchísimo. Había vuelto al restaurante porque me sentía bien. Necesitaba salir y moverme, como ejercicio no puedo pues qué mejor manera de trabajar. Estábamos haciendo jornada de noche y eso estaba petado de gente, y como no, los chicos a los que tanto quería aparecieron por ahí, y no pude evitar sonreír, ellos también me sonrieron al verme ahí, porque yo no les había dicho que había vuelto a trabajar, así que seguramente les tomó por sorpresa.

–Mira quién ha venido –sonrió Adhara.

Sonreí viendo como se acercaban.

–Buenas noches –sonrió Duki.

–Hola –sonreí.

–No te esperábamos acá –dijo Mauro sonriendo.

–Me aburría y vine a trabajar un poco, estar de baja es un aburrimiento –dije mientras cobraba a unos señores.

–Echaba de menos que me atendieras
–dijo Momo.

–Ah, que te atiendo mal. Vale vale.

–La otra... –reí.

–No quise decir eso.

–Es brooma –sonrió ella, parecía que poco a poco iba tomando confianza con ellos.

–Sentaos donde siempre, ahora iré a tomaros el pedido.

Ellos asintieron con una sonrisa y fueron para esa mesa.

–Unas ganas de quitarle las gafas...

–Un poco difícil lo tienes.

–Ya, ya lo sé. Bueno, ve a tomarles nota.

Cogí la libreta para apuntar los pedidos y me acerqué a ellos.

–¿Lo de siempre o os apetece otra cosa?

–Lo de siempre, para eso venimos aca. Bueno, a él traele a tu amiga si es que está en la carta –se burló Momo señalando a Biza, yo me quedé mirándolo incrédula.

–¿Biza?

–Nada –apartó la mirada.

–Ya hablaremos. ¿Todo bien chicos? No os he ido a ver mucho esta semana.

–Todo bien, un poco vacío pero todo bien –dijo Mauro.

–¿Vacío?

–No estabas, sí, vacío.

–Lo siento, entre el perro que lo tengo que sacar varias veces al día, entre que tengo que ir al psicólogo, que si después tuve que ir al medico... No me ha dado la vida.

–No te preocupes, con una llamada nos basta –sonrió Tiago.

–¿Por qué tengo que hacerlo todo yo? También podéis venir vosotros y llamarme vosotros –solté indignada.

–Mira que yo he intentado ir pero "es que tienes que entrenar".

–Pero no seas mentiroso, sabes de sobra que yo he dejado de entrenar.

–Fui yo el que le dijo que se quedara, disculpame –dijo Duki

–Muy bien, ¿algo más para tomar?

–No.

Y me fui de vuelta con Adha.

–¿Qué te han dicho? tienes cara de mala uva...

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora