23

20 0 0
                                    

Thalia

Los dias pasaron, cuando estuvimos en Grecia ella nos vino a buscar con un coche alquilado.

–Vamos a verlo si quieres –dijo una vez nos saludamos.

–Sí, ¿vienes, Mauro?

–Vale, de todas formas no le guardo rencor… Todos merecemos una segunda oportunidad.

–Eso es. Pues venga, guardemos el carrito en el maletero y vámonos.

Al llegar al hospital nos condujeron hasta la última planta, en donde estaban los casos más graves al parecer. Le pedí a Mauro que se quedara fuera de la sala con Abril, para no entrar con el carrito a la sala. Al entrar y verlo conectado a mil aparatos, se me erizó la piel, joder… Me ponía muy mal cuerpo el pensar que podría haberlo perdido de nuevo. Me senté en un sillón al lado de la camilla, estaba dormido, por el coma, y yo solo quería que abriera los ojos para mi, y que me dijera eso que tanto le gustaba decirme: nena. Oí los pasos de alguien y al girarme vi a Adha con una mirada triste.

–Tiene el coma inducido, dicen que se despertará o esta semana o este mes.

–Joder, lo extraño…

–Lo sé…

Tenía puntos por todo, en los labios, en la mejilla, en la frente, y moretones por todos los brazos y piernas. Lo habían destrozado, estaba lleno de rasguños.

–¿Y si no se despierta?

–Lo hará, sobrevivió a un francazo en el pecho, puede sobrevivir a esto. Es fuerte.

–Lo es, pero me da miedo… –sollocé.

–Entre mañana y el treinta y uno de este mes pueden pasar muchas cosas.

–No creo en Dios, pero le rezo para que todo salga bien.

–Créeme, saldrá bien. Dicen los médicos que cuando llegó estaba inestable, pero ahora lo más probable es que despierte. Tiene un sistema regenerativo muy potente.

–Menos mal.

Cogí su mano entre las mías y la acaricié, me dolía. Sus nudillos desgastados marcaban un forcejeo, tal vez por tratar de protegerse de los agresores, o simplemente por intentar levantarse. El mundo a veces era muy injusto con las mejores personas. Y puede que él no haya sido la mejor persona del mundo, pero no se merece esto.

–Han investigado y los que le hicieron esto resultaron ser presos de la mafia rusa. Los que no matamos están en la cárcel, entonces, estás han sido las consecuencias.

–No nos van a dejar en paz nunca.

–Puede que no.

–¿Crees que seguirá enamorado de mí?

–Enamorado puede, obsesionado no.

–Pues pobre de él.

Acaricie sus mejillas, estaban templadas, respiraba con ayuda de una máscara de oxígeno, y se veian bajo sus ojos unas notables ojeras. El tatuaje de su mano, con la marca de la Versace estaba tapado por vendas.

–¿Qué le ha pasado? –pregunté mirando ese vendaje que tapaba uno de mis tatuajes favoritos en él.

–Pues… llegó con la mano a carne viva –miré otra vez la mano y suspiré. Me gustaría quedarme ahí todos los días, pero tenía una hija que cuidar…–. Casi se le veía el hueso, han reconstruido y con suerte le quedará como antes, aunque sin el tatuaje o con rastros de él. 

–Dios mío… es que se han pasado. No se merece esto, él no.

–Le han puesto morfina, con alta dosis, está jodido.

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora