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Thalía

Había vuelto, la razón de mis pesadillas. De mis traumas. De mi miedo. Y con él, seguro que toda la tropa. Y venían a por nosotros. Quería ganarse a mis hijas. Y eso me aterraba. Él no era bueno. No querían que ellas pudieran sufrir lo mismo que sufrí yo. Fui a la habitación de Abril, seguro que ella me entendía un poco más. Ella no tenía muy buena cara.

–Hola, hija.

–Hola, mamá –me mira.

–¿Qué tal con el abuelo?

–No creo que sea bueno del todo…

–Crees bien.

–Algo malo tiene, ¿no?

–Mucho, tiene mucho de malo.

–Joder… Dime. Dime, por favor.

–Es de la mafia rusa. Y uno de sus compañeros me violaba cada vez que podía y luego me tuve que ir a abortar.

–Dios…

–Lo sé. Estuve a punto de matarme. No podía con mi vida.

–Ese no es mi abuelo ni es nada…

–Bien que haces.

–Se trae algo entre manos. Si ha vuelto es por algo…

–No lo sabemos, pero tu hermana está muy ilusionada.

–No le conviene…

–Lo sé. Me da miedo.

–Ojalá que no sea nada.

–Recemos, amor. ¿Qué tal con Tiago?

–Dice que quiere casarse conmigo.

–¡Pero qué mono!

–Sí… También dijo que soy el amor de su vida.

–Siempre dije que me encantaba vuestra conexión.

–Es perfecto para mí. Y pensar que yo decía que no iba a fijarse en mí nunca…

–¿Te he contado que yo salía con Tiago hace muchos años?

–¿Qué dices? ¿De verdad?

–Vaya. Estaba loquito por mi.

–O sea, que si no es con la madre, es con la hija.

–No tiene nada que ver.

–¿Entonces? ¿Cómo que estaba loquito por ti?

–Mi amor, eso fue hace muchos años. Ahora no te vayas a rayar por eso.

–Vale.

–Él está enamoradísimo de ti. No te rayes, por favor.

–No me voy a rayar…

–¿Seguuuura?

–Siiii –sonrió y le doy un achuchón. Mi móvil empieza a vibrar en mi pantalón. Y cuando veo que el número procede de Rusia se me para el corazón. Yo cogí el número, y un suspiro se oyó.

>¿Cómo está el hijo de puta de tu marido, eh?

<Déjanos.

>Solo quería recuperar a mi hija, venga, te prometo que está vez no pasará nada…

<Mira, te dejo que veas a mi hija, pero a nosotros no te acerques.

>Soy tu padre, venga ya…

<No eres nadie.

>Cómo digas, pero tu hija me ama.

<Ya, ya lo sé. No le hagas nada.

>No le haré nada. Pero la mayor es demasiado espabilada. No me gusta…

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora