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Adhara*

Por alguna razón yo era tan estúpida que no era capaz de olvidarme de él, seguía en mi cabeza a pesar de que habíamos dicho que "no funcionaba". Biza me seguía tratando bien, es decir, era mi amigo, pero yo no quería que fuera solo eso…

–No lo he olvidado.

–¿De verdad?

–Si te lo estoy contando es por algo.

–¿Y qué harás?

–Intentar estar con él, pero no es tonto, se dará cuenta –suspiré.

–Ya… Bueno, ¿y si hablais las cosas?

–Tengo la sensación de que me va a mandar a la mierda…

–Él no es así.

–Ya, ya lo sé pero no quiero darme una hostia, me gustaría poder volver a intentarlo pero es que… –yo ya la había jodido, y mis probabilidades de recuperarlo eran casi nulas.

–Si quieres hablo con él y se lo comento.

–¿No sería muy obvio? Es que esto se me está haciendo un lío.

–Mira, primero aclarar tu mente, después me avisas y si quieres hablo con él, te veo un poco perdida.

–Perdida por él la verdad, es que no sé, lo que siento con él se ha ido haciendo más fuerte.

–Que bonito…

–Precioso… –dije en un tono irónico.

–Bueeno, ya veras que todo irá bien.

–¿Segura?

–Claro.

–Bueno, ya me dirás cómo ha ido lo de que se lo comentes.

–Hecho pues –le sonreí, y en estas situaciones llamaría a mi madre pero como ella estaba durmiendo porque yo estaba en la otra punta del mundo lo que se me ocurrió fue ir a ver a Martín.

–Hola, andamio –dije cuando me abrió la puerta, me sacaba casi cabeza y media.

–Hola, enana.

–¿Puedo confiar en ti? –pregunté mirándolo a los ojos.

–Sí, dime.

–Sigue gustandome Biza.

–No me había dado cuenta para nada.

–No jodas que se nota.

–Sí, sí.

–Ay dios…

–Él no se ha dado cuenta, tranquila –suspire aliviada.

–¿Sabes si él sentiría lo mismo en un futuro?

–Me parece que estaba conociendo a alguien enana –y en ese momento sentí un pinchazo en el pecho.

–... Vale –suspiré.

–Bueno, está en el gimnasio, si lo quieres ir a ver o algo.

Me fui al gimnasio y allí lo vi, teníamos confianza así que fui al grano.

–Me ha dicho un pajarito que estás conociendo a alguien.

–Ahh, sí –¿por qué duele?

–¿Y quien es la afortunada? –intenté sonar bien e interesada, pero no me gustaba la idea…

–Na, no la conoces.

–Ah vale. ¿Te gusta?

–Creo que sí –Auch.

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora