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Daniela

Me había dejado. Ryan me había dejado. Me sentía... me sentía destrozada. Con el corazón roto. Era el primer chico que me gustaba de esa manera, después de tanto tiempo buscando a alguien así, que me gustaba, que lo apostaba todo por él y me hace esto. Me siento usada. Tonta. Joder. ¿Por qué ahora? Al poco rato mi padre entró en la habitación, y me abrazó.

-Mi amor... ¿Qué te dijo?

-Me ha dejado. Porque dice que estábamos mejor como amigos.

-¿Qué? ¿Por qué pensó eso?

-Discutimos mucho.

-Es verdad que cuando eran amigos no discutían, pero no debió de dejarte, las cosas se hablan... -él acaricia mi pelo y me da su apoyo incondicional. Me aferré a mi padre y lo abracé con fuerza. Estaba destrozada. Quería estar con él. Lo quería. Él deja besos en mi cabeza mientras suelto todo lo que llevo dentro, sé que le duele verme así, pero no puedo ni conmigo misma. Me dolían las palabras que me decía cuando peleábamos. Era muy impulsivo, y no pensaba lo que decía, pero a mi esas palabras se me clavaban en la mente. Una y cada una de ellas.

«No sé ni para qué estoy contigo. ¿Para esto? ¿Para estar así? VENGA YA»

«No te quiero. Nunca te he querido»

Joder. No lo quería perder. Encima lo veía cada día por tres en la mansión. Estaba harta. Harta de darme hostias en el amor. Él valía la pena, era impulsivo, pero valía la pena. Por dios...

Un mes después todo seguía igual. Nos veíamos en la mansión y ni decíamos nada. Eran momentos tensos. Yo ese mes había estado quedando con Pol, era una manera de distraerme para no pensar en ti, Ryan. Uno de esos días, Pol me pidió salir, y ahora, era novia de alguien que no amaba. Porque yo amaba a Ryan, pero él, al parecer se había olvidado de mí. Intenté no pensar en él, en olvidar lo que fue, lo que no fue. Ahora tenía a Pol, y me ayudaba mucho. Me gustaba, pero no era nada comparado contigo.

-Te amo -sus ojos brillan al decir esas palabras. Me encantaría decirle que yo también, pero solo podía decirle un:

-Te quiero -a él parece bastarle, porque me besa y me abraza.

Con Pol me siento muy cómoda y querida. También teníamos algún roce, pero él no era Ryan y sabía hablar las cosas, de una manera madura y adecuada. Si tan solo Pol fuera Ryan... Si tan solo pudiera volver a hablar con él. Porque esta es otra. No habíamos vuelto a hablar. Solo había miradas desinteresadas. Hasta que un día entraste con una chica en la mansión agarrados de la mano mientras ella se reía de algo que estabas diciendo. Y lo peor, tu sonrisa. Esa chica te traía loco, podía verlo en tus ojos. Y yo me derrumbé. Me fui a la primera habitación que encontré, y los brazos de tu madre me rodearon mientras sollozaba.

-¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien, Daniela? -me acaricia la espalda preocupada.

-No me quiere.

-Oh... Lo siento... -suspira.

-No, no es tu culpa.

-Ya, pero me sabe mal por ti. Él quería ir a buscarte, pero pensó que lo odiabas.

-Nunca lo he odiado, Adhara. Pero ya que más da. Ha encontrado el amor en otra chica.

-Seguro que tú encuentras el amor en otro, mi niña.

-Ya lo hice.

-Bien, ahora a seguir avanzando.

-Sí...

-Venga, tú puedes -acuna mi rostro entre sus manos y limpia un par de lágrimas.

Yo me quedé desahogando mis penas con Adhara y después salí de la habitación. Pero mi camino fue interrumpido en el momento en el que me choqué con tu torso desnudo. Me miraste, y yo sentí mi corazón acelerarse, no supe muy bien por qué, si por nervios, o porque seguía perdida por ti.

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora