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Thalía

Al día siguiente fuimos de nuevo a la Mansión ya que yo tenía que recoger un par de cosas más que me había dejado y nos vimos las caras con Mauro, quién al ver mis marcas apartó la mirada entristecido.

–¿Qué tal chicos?

–Bien. ¿Te acostaste con él? –preguntó Martín.

–¿Qué más da eso?

–Hombre, yo no sería capaz de acostarme con la mejor amiga de mi novia la misma noche que lo dejé con ella –dijo Momo a su lado.

–Pero cerrad la boca, qué más os da.

–Pues mucho, sos amiga nuestra, pero antes que eso somos amigos suyos, y lo que hicieron no está bien –dijo Biza.

–Yo estoy soltera, estoy en mi derecho de hacer lo que quiera, y como vosotros no sabéis nada, os podéis callar, sinceramente.

–¿Qué no sabemos nada? Bueno, cuando ves a un amigo tuyo llorar sin parar hasta las cuatro de la mañana creo que ya sabes lo suficiente –contradijo Biza.

–Ya, pero luego yo estoy en mi puta casa llorando y el único que viene a ver cómo estoy es Tiago, anda ya.

–Te repito que antes que amigos tuyos somos amigos de Mauro, que por cierto se acaba de ir, y me parece algo muy ruin que te acuestes con su mejor amigo literalmente la misma puta noche que lo dejaron. Te quiero mucho, Thalía, pero las cosas no van así –dijo Duki mirándome a los ojos.

–¿De qué coño vas? Mira, me tienes hasta el coño, Duki, vas de amigo pero te importó una mierda Mauro cuando te acostaste conmigo. No vayas de amigo, también tienes sentimientos hacia mí, eso no lo dejemos de lado, y me la suda que estén tus putos amigos aquí. Sí, sois amigos de él antes que míos, ¿y? Eso no significa que tengáis que dejar a vuestra amiga llorando en su casa sola.

–Sí, tengo sentimientos hacia vos, pero en mi puta vida hice nada mientras estabais en la relación y si lo hice fue antes de que la empezarán. ¿He vuelto a demostrarte algo de eso? No. Deja de joder con el temita, y segundo, sí que estuvo mal de nuestra parte eso, pero tampoco quiere decir que tengas que andarte con las babosadas que andas haciendo ahora. Admite que no está bien y punto.

–No me jodas, viniste el otro día a mi casa y lo primero que hiciste fue hablarme de las mierdas que hacía Mauro para que lo dejara, no te hagas el santo, porque ni un pelo tienes, y no voy a dejar que me hagáis sentir mal por algo que hice en mi soltería, sí, el mismo día, pero por lo menos dejé de pensar, pensad un poco en mi también, que estoy como el puto culo y os lo suda, ¿seguro que sois mis amigos? No sé … creo que el único que se ha preocupado por mi es Tiago, porque él sí se ha dado cuenta de lo mal que estoy, pero nada, seguid dejándome de mala, amigos –ellos se decidieron cerrar la boca, yo sentí tanta frustración que me fui de ahí pegando un portazo mientras lloraba. A la media hora o así alguien tocó a mi puerta–. Seas quien seas, VETE A LA MIERDA.

–Thalía, por favor… –Oí a Momo detrás de la puerta, nunca antes lo había escuchado pedir por favor nada. Abrí la puerta de mala gana.

–¿Qué?

–Venía a disculparme con vos por lo que dije, solo me daba rabia y lo dije en caliente…

–Me habéis atacado, eso no se hace.

–Lo sé, no es como que quisiéramos hacerte daño.

–No te preocupes, contigo no estoy enfadada, es con el otro. ¿Quieres pasar? –pregunté mientras limpiaba mis lágrimas.

–¿Seguro?

–Sí.

Él entró y cerré la puerta, sentía un dolor increíble en el pecho.

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora