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Abril

Poco a poco, había "superado" a Tiago. Pasaba los días o en casa de Ysy, o con los chicos en la mansión. Hoy estaba con él, con Ysy. Bueno, ya no era Ysy, era Alejo. Al menos para mí. Me trataba como su princesa. Me hacía reír, me hacía sentir como si esa casa fuera mía, me cuidaba... era increíble. Me lo pasaba muy bien con él.

-¿En qué piensas? -me mira ese hombre.

-Nada, que estoy muy agradecida.

-¿Hm?

-Con todo.

-Yo estoy agradecido de tenerte, princesa.

-Ains... -que mono era.

-¿Me das un beso, mi amor?

-Todos los que quieras.

Me besó con todo el amor del mundo, cada uno de sus besos me hace sentirlo todo. Me mira a los ojos, sus ojos brillan como estrellas cuando me miran, siempre ha sido así.

-Te quiero.

-Ay... -aparta la mirada, el brillo de sus ojos aumenta.

-Te quieeroooo.

-Yo te amo.

-Me gustas.

-No jodas. ¿Estoy soñando?

-Probemos.

Le pego una hostia en la mejilla.

-Ala, me has girado la cara. Vale, es real.

Me besó repetidas veces, es feliz. Era como si él hubiera esperado por mi toda su vida.

-Tienes mi mano marcada -digo cuando deja de besarme.

-No sería la primera vez que me marcas.

-Joder.

Él sonríe pícaramente dejando ir una risa juguetona. Sonrío de la misma manera.

-Me encantaría intentar algo contigo.

-Acepto.

Sus ojos brillaban más que nunca.

-Te amo -junta su frente con la mía.

No lo amaba, no aún, pero lo quería, me encantaba, me gustaba. Él me había ayudado a no caer, porque me estaba perdiendo, y me ha hecho brillar desde el primer momento. Pone sus manos en mis mejillas y deja un suave beso en mis labios.

-Abril Monzón mi novia. Wow...

-Alejo Nahuel mi novio.

-Si aún cantara y no tuviera la voz jodida te dedicaría todas las canciones del mundo.

-Cántame la canción que quieras.

-Hecho, mi amor.

Lo besé, era feliz. Con él era imposible no serlo. Sus labios y los míos parecían hechos para estar juntos. Me estaba enamorando de él. Tiago me había dejado ir, y yo tenía todo el derecho de enamorarme de nuevo.

-¿Querés ir a dar una vuelta como cuando nos conocimos? -me mira. Lo habíamos dejado de hacer, y me encantaba.

-Vamos.

Nos fuimos a su coche, me subí en la parte del copiloto y él se puso al volante, me dejó encargarme de la música y arrancó hasta el horizonte, hacia donde el viento nos lleve. Y fue hermoso, ver el sol caer, en colores anaranjados, con él dándome calor con su cuerpo abrazado al mío, mientras el viento azotaba. Teníamos música puesta, y sonó alguna de sus canciones.

Camisa de once balas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora