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OHM

Paso la toalla por mi rostro cuando salgo de la ducha y resoplo mirándome al espejo.

Me siento un poco tonto ahora.

Coloco la toalla en mi cintura, y cuando entro en la habitación, noto a Nanon cubierto, abrazando una almohada.

—Non.

—¿Qué? ¿Quieres que te abra la puerta para que te vayas?

Arrastro mis pies por la alfombra y subo a su lado de la cama.

—¿Me dejas entrar?

—¿Por qué? —pregunta claramente confundido— tú estabas...

—Lo siento —digo interrumpiéndolo— tienes razón, no tiene sentido molestarme porque eres autosuficiente.

—¿Por qué te disculpas?

—Porque he tenido tiempo de pensarlo y yo no puedo aparecer en este punto de tu vida y exigirte un comportamiento al que no estás acostumbrado, sería injusto —respondo besando su nariz— es verdad, me he enojado y sé que tú también, pero te entiendo, y no quiero que estemos mal.

Agarro sus mejillas, cuando noto las lágrimas que se acumulan en sus ojos.

—¿Ahora qué hice? —pregunto preocupado— no llores.

—Pensé que ya querías irte de nuevo.

—Eso no tiene sentido —le aclaro chocando nuestras frentes— solo ha sido una discusión, nada ha cambiado.

Sonrío, porque se oculta en mi pecho.

—Te odio, porque tienes razón —susurra soltando un suspiro.

—¿En qué?

—Supongo que así se siente enamorarse —responde bajito— no estoy seguro de que me guste ser tan vulnerable por ti.

—Entonces...

—Un día —agrega interumpiéndome y cruza los brazos— solo voy a darte un día a la semana, para que nuestros lobos manden.

—¿Eso qué significa? —pregunto confundido.

—Tienes un día para estar a cargo.

—¿Quiere decir que yo mando?

—Sí, pero no lo repitas en voz alta o cambiaré de opinión —me amenaza golpeando mi hombro— puedes cuidarme, y yo intentaré ser más lindo.

Sonrío asintiendo.

—Tú siempre eres lindo.

—Cállate, idiota —responde haciéndome reir.

—Me voy a callar si eso es lo que quieres, yo te obedezco.

Se sonroja y no voy a negar que lo disfruto mucho.

—Oye —dice más serio— lo he pensado también, y también... quiero disculparme.

—No tienes que hacerlo, Non.

—Lo haré, porque te entiendo, y entiendo a tu lobo, así que lo siento, no eres un Alfa tonto, eres el Alfa que quiero.

Es obvio que le está costando, pero de verdad agradezco mucho que lo intente.

Me acerco a su boca para darle un beso y él se estremece, apenas muerdo suave su labio inferior.

—¿Yo puedo escoger el día para estar a cargo?

—Sí.

—¿Puede ser hoy?

Zona roja || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora