1

2K 273 181
                                        


NANON

La zona roja en la ciudad está libre de cualquier clase de control, y eso es todo lo que conozco como hogar.

Salimos a saldar cuentas a veces, y cuando hay inconvenientes, como hoy, tenemos pacíficas conversaciones.

—¿Por qué mierda no le disparaste al que te vio, hijo de puta? —grita Chimon golpeando el volante.

Sonrío, prendiendo un cigarro.

—¿Puedes relajarte?

El comportamiento de los Alfas es algo que no puedo tomarme en serio.

Siempre golpeando cosas para demostrar su molestia.

Eso es poco evolucionado de su parte, y tengo la teoría de que su cerebro no terminó de desarrollarse.

—Le dirá a la policía como eras —dice agarrando mi brazo con una mano para mostrarme el tatuaje, mientras aún conduce rápido con la otra— y estábamos en su territorio.

—No abrirá la boca —respondo recordando la cara de ese Alfa.

Sonrío de nuevo, porque era muy guapo.

Lo suficientemente guapo para permitirle el honor de cogerme.

—¿Por qué suenas seguro?

—Porque estaba asustado, lo noté en sus ojos.

Mierda, qué bonitos ojos.

Prendo la radio para relajarlo, porque la oficina de Bright aún queda a varios minutos de aquí.

Si el caos no es regulado, no tendría un beneficio, por eso nosotros creamos la ley, y decidimos que Bright fuera la figura de autoridad que el resto en la zona necesita.

Luego está Jimmy, el segundo en el orden, porque es nuestro doctor, y claramente nosotros lo necesitamos bastante seguido.

Es decir, es respetado porque nos mantiene vivos.

Chimon, First y yo, solo obedecemos.

Siempre sin reclamar.

—Le dije en la mañana al idiota de Bright, que debíamos ir por la noche, pero es un imbécil, yo digo que le volemos la cabeza.

—¿Y quién va a dirigirnos? —pregunto riendo— ¿tú?

—¿Por qué es gracioso?

Me río, apoyándome en el asiento, mientras niego con la cabeza.

Este ambiente relajado que empezábamos a tener se corta, cuando se detiene la música, y suena la entrada a las noticias del día.

Chimon mira al frente, pero por sus manos en el volante, sé que está nervioso.

“La policía tiene al único testigo que se encontraba cerca del cuerpo del hijo del primer ministro, y lo que se espera es su declaración en las próximas horas.”

—Hay que matarlo —dice mirándome.

Apago la radio, pensando bien en qué es lo más inteligente que podemos hacer.

—¿Oíste eso, idiota?

—No soy sordo, Chimon, solo vamos por él, gira en la esquina.

A matarlo, supongo, aunque eso no sería muy divertido para mí, y tengo algunas otras ideas en mente.

Zona roja || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora