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JIMMY

Veo mi mano herida, pensando en si realmente es la razón por la que he sido inútil.

Hice algo mal en Bright, por eso se le infectó la herida... y luego, solo no pude controlarlo.

Es como si no pudiera tranquilizar mi mente.

Camino a la cocina y coloco un vaso bajo el dispensador de hielo, mientras busco unas pastillas para dormir.

Me duele el estómago como si tuviera un hueco ahí, pero ya no tengo fuerzas para llorar.

Lo mejor es irme a la cama ahora.

Cierro los ojos, cuando vuelvo a tener una imagen mental de Chimon.

La única mano que aún me sirve está temblando cuando prendo el agua, y lleno el vaso.

Suspiro en medio del silencio, viendo los hielos a través del vidrio.

Maldición, estoy tan enojado conmigo.

Lanzo el vaso a la pared y se rompe, salpicándome el agua.

Mis músculos están tensos.

Es que no puedo disculparme por esto.

—Jimmy —dice Nanon detrás de mí.

Volteo con ese pitido en mi cabeza aún sonando, y supongo que esa es la razón por la que no lo oí entrar.

Llevo una mano a mi nariz, porque Nanon huele mal.

—Quiero estar solo, lárgate.

—Jimmy, Chimon despertó.

Mi alrededor parece estar nublado cuando lo escucho, y mis pies se manejan solos, llevándome al pasillo.

Todo mi cuerpo está actuando, aunque mi cerebro sigue algo apagado.

Bajo rápido las escaleras, con el corazón en la garganta.

Por fin lo he vuelto a sentir latir, y ese golpeteo en mi pecho aumenta cuando abro la puerta y veo a Chimon con los ojos abiertos.

Me acerco a pasos largos para ver la máquina que controla sus signos vitales, y todo parece estar bien.

Voy a estirar mi mano para agarrar las herramientas que necesito para comprobar que todo esté en orden, pero me detengo cuando su mano aprieta la mía.

Me rompo en ese momento, porque pensé que no volvería a sentir sus dedos.

—No te muevas —susurro acercándome más a él— déjame trabajar, amor.

Está mirando mi otra mano, la herida.

—Yo estoy bien, ¿tú te sientes bien?

Sonrío, porque parpadea una vez, mirándome de nuevo a los ojos.

—Necesito hacerte algunas pruebas —digo besando su mano y la sostengo con fuerza, aún llorando.

Acomodo el respirador, y acaricio un poco su cuello, tratando de ser suave.

—Si vuelves a meterte en el camino de una bala, voy a enojarme, porque ya me cansé de tener que encargarme de tus malas ideas —le aviso luego de resoplar.

Él suspira, parpadeando de nuevo.

—Bien —digo soltando su mano para ir a la mesa.

Cuando me acerco, siento el olor de Nanon, impregnado en Ohm.

—¿Cómo le van a poner? —le pregunto, mientras ordeno en mis manos lo que voy a necesitar.

—¿A quién?

—Está pálido, lo escuché vomitar hoy, y huele más dulce ahora, mi nariz no lo tolera.

Ohm, me sigue mirando, sin abrir la boca.

—Al bebé —digo más directo.

—¿A cuál bebé?

—Nanon tiene un bebé —repito aún más directo.

—¿Encontró un bebé? —me pregunta y yo giro los ojos.

—En la barriga —digo ya sin paciencia— se lo metiste a la barriga, usando la polla.

—Oye no se lo digas tan brusco —dice First desde la otra silla— revivió Chimon, pero no tu tacto para comunicar cosas.

Zona roja || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora