forty-third ;; conversación.

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—Kim SungMin...

Si tenía que ser sincera, esta noticia me había caído como un balde de agua fría, justo en medio de una noche invernal. Pensaba pasar una noche de sábado tan tranquila como pudiera, mereciéndome ese pequeño descanso de tanto estudio y trabajos. No obstante mis planes se vieron inesperadamente interrumpidos por un individuo no deseado que se encuentra en mi sala, haciendo cualquier cosa que quiera.

Por increíble que parezca, no, no imaginé en ningún momento que Jeon JungKook fuera el compañero de habitación de mi querido hermano, quién por cierto, se abstuvo de mencionarme este pequeño detalle. Tal vez él lo veía como algo insignificante, si embargo yo era quien salía perdiendo y claramente me interesaba tener conocimiento de la persona que iba a estar durmiendo en las mismas cuatro paredes que yo.

Me odio porque en ningún momento llegué por mi misma a la conclusión de que esto sucedería, a pesar de que era tan predecible. De haberlo sabido no habría aceptado este trato de ninguna manera y por ninguna razón, ahora no puedo hacerme hacia atrás, EunJi me odiaría con toda si alma.

¿Soy capaz de sacrificar mi tranquilidad con tal de la felicidad de mi amiga? Eso está por verse.

Mi plan era: darle una oportunidad al caradura de Jeon, si lograba mantenerse quieto y alejado de mi, pasaría la noche. Si hacia algo que no me gustara, inclusive si mi amiga llegara a odiarme, lo sacaría de la habitación aunque fuera a patadas.

Claro que, lo que había sucedido hasta ahora no estaba precisamente en el rango de lo que me gustara, sobre todo viniendo de él, no obstante, esperaría a ver lo que sucediera de ahora en adelante. Además, por alguna extraña razón no me había desagradado tanto, apesar de que esto vaya contra todos mis ideales sobre él. No podía deshacer lo que sucedió, asi que me centraría en que no sucediera de nuevo.

Me di un baño, un relajante baño que me hizo olvidar por largos minutos a la persona que se encontraba fuera de mi habitación. Gracias a ello estaba más que preparada para pegar la cabeza a la almohada y cerrar mis ojos, para no despertar hasta mañana al mediodía, justo como tenía pensado hacer antes de la inesperada visita.

Ya vestida y algo más tranquila, miré a mis alrededores esperando encontrar mi teléfono sobre una de las mesas junto a mi cama y ahí fue donde comenzaron los problemas. Lo había dejado afuera. Lo típico, ¿No? Mis planes de ignorarlo se desmoronaban cual castillo de arena, genial.

Tomé un largo suspiro y preparada para lo peor, abrí la puerta de mi habitación, dejando la sala del lugar al descubierto totalmente para mis ojos, al mismo tiempo que el par de ojos restantes en la habitación posó su mirada sobre mi en menos de una milésima de segundo.

Ahí estaba, sentado en el sofá de mi habitación, con los pies sobre la mesa de centro, viendo televisor como si se encontrara en su casa. No me esperaba menos, si soy sincera. Me dio una de sus cínicas sonrisas, antes de enderezar su postura para quedar totalmente frente a mi.

—Hasta que te dignas a salir, cariño. —Mencionó en un tono que realmente odiaba, como todo de él. Solamente rodé los ojos en respuesta.— Comenzaba a extrañarte por aquí.

Acto seguido escaneé la habitación, buscando con la mirada el anhelado aparato y esperando encontrarlo en un lugar alejado del chico, que aún se encontraba mirándome desde su posición. Para mi mala suerte, pude divisarlo en la mesita de centro, lugar que se encontraba a menos de diez centímetros de Jeon JungKook. Otro detalle genial en esta noche, todo comenzaba a salirme mal como siempre sucedía.

Me atrevería a dejarlo justo donde está y regresar a mi habitación para dormir tranquilamente, no tenía una necesidad tan inmensa de amargarme la noche mucho más, no obstante, una pequeña inquietud no me dejaría dormir tranquila sabiendo que él tenía mi teléfono cerca. Habiendo conseguido mi número de una manera desconocida para mi hasta el momento, no confiaba en que no hubiera conseguido también la clave de mi celular o que hiciera algo que no debía hacer con el. Mucha paranoia, lo sé, no obstante no puedo evitarlo.

Tendría que ir por él.

Me acerqué al lugar, viendo como la sonrisa en los labios del chico cambiaba a una sonrisa de autosuficiencia, creyendo que estaba acercándome a él, muy seguramente agregando intenciones sexuales a mis acciones, porque no sabe pensar en otra cosa que no sea sexo, así que no hay que ser un genio para adivinar esto. Sin embargo, le duró muy poco, ya que solo tomé mi celular y me di la vuelta para irme otra vez.

—No te vayas todavía, aunque sea comparte un poco conmigo. —Con falsa tristeza pidió, deteniendo mi paso, aunque mi plan fuera ignorarlo.— Soy tu invitado, no deberías tratarme tan mal.

—No tengo las más mínimas intenciones de mantener una conversación contigo. —No pude evitar soltar una respuesta agresiva ante su comentario. Para mi ya lo estaba tratando mucho mejor de lo que se merecía tan solo por dejarlo permanecer en el mismo espacio que yo. Me volteé otra vez para encararlo.

Soltó otra de sus risas, que me hizo comenzar a apretar los puños, clavando mis uñas en la palma de mi mano. Me molestaba que todo lo que decía le resultaba tan gracioso. Dio varios pasos para acercarse a mi, quedando parado justo en frente, no me atreví a alejarme, tan solo por mantenerme firme frente a él. Que grave error, si tan solo hubiera retrocedido, nada de lo que sucedió luego habría sucedido y no estaría arrepentida de mis acciones.

—¿Por qué no? —Todavía se atrevió a preguntar después de todo, seguía tan sonriente, odiaba que se burlara de mí de esa forma, sabía que eso estaba haciendo y lo hacía porque le divertía enojarme. Al final del día, siempre acabo haciendo exactamente lo que él quiere que haga.

—Porque no se puede mantener una conversación decente contigo, estoy más que segura de que solamente sabes hablar sobre sexo. —Respondí muy segura y es que la realidad era que el tema del que ha hablado desde el inicio siempre había sido este, no recordaba una sola vez que de sus labios no hubiera salido una insinuación sexual hacia mi persona.

—¿Cómo estás tan segura de eso? —Preguntó otra vez, poniendo una mirada desafiante. Fruncí el ceño en respuesta.— Nunca has querido cruzar palabras conmigo realmente.

—Tampoco se te veía a tí con intenciones de conversar. —Mencioné, me encogí de hombros para finalmente cruzar los brazos.— Si las hubieras tenido, me hablarías diferente.

—Tal vez tengas razón. —Se encogió de hombros, volviendo a sonreír. Me gustaría saber que es lo que pasa por su cabeza.

“Tal vez” no era la expresión correcta para referirse a esa afirmación. Más bien él debió haber dicho “Tienes razón.” porque la tengo, lo sé. La realidad era que desde la primera vez que nos vimos, nunca se acercó a mi con intenciones de conversar realmente, o de conocerme como persona antes de querer llevarme a la cama. ¿Con qué derecho me exige una conversación ahora?

—No tengo nada que alegar en mi defensa. —Se encogió de hombros divertido, acción que, por experiencias anteriores, indicaba que pensaba hacer algo que no me gustaría para nada.

Se inclinó un poco con la intención de acercar nuestros rostros, me miró directamente a los ojos durante los próximos segundos. Estaba a la espera de lo que pudiera decir, preparándome mentalmente para rechazar cualquier insinuación sexual o simplemente darle una bofetada si fuera necesario.

—Es que cuando te veo solamente puedo pensar en lo mucho que me encantas. —Soltó repentinamente.

Una punzada atacó fuertemente mi pecho, quedé sin palabras. Parecía que repentinamente cambiaba sus insinuaciones sexuales por estos momentos tan confusos, en los que decía cosas como esta. Era tan sencillo para él decir tanto una, como la otra. Sin embargo yo quedaba totalmente confundida, asustada y, extrañamente complacida por esto.

No podía lidiar con el hecho de que utilizara esas palabras, porque me hacían sentir un calor en mis mejillas incomparable, al igual que ese maldito cosquilleo y la punzada en mi corazón. ¿Por qué me siento así? ¿Por qué no solamente lo alejo de un empujón como siempre solía hacer? ¿Por qué me quedo viéndolo de esta manera sin decir nada?

Peor aún, ¿Por qué estoy esperando desesperadamente que me bese otra vez?

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26/noviembre/2022. Re-escrito.

—Nana.

egotistical ;; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora