Fenómeno.

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Hospital del centro, Woking Inglaterra 1960

Una pareja de jóvenes esposos estaba ahora mismo en una de las habitaciones más pequeñas del hospital, era para lo que alcanzaba, sí bien su trabajo en la fábrica era bueno, no podían llevar ciertos gastos.
Después de horas en trabajo de parto Eileen Prince supo que había válido la pena, pues ahora tenía entre sus brazos a su pequeño Severus, para ella era el bebé más hermoso que había visto con esa piel tan blanca como la porcelana, unos labios rosados y su mata de pelo azabache.

—Hola campeón, soy tu padre— Habló Tobías Snape con un tono suave para evitar asustar al recién nacido.

—Es hermoso ¿no es así amor?— Eileen le sonrió a su esposo, sí, esto es lo que había querido, un esposo amoroso y un bello hijo, solo esperaba que el no tuviera magia, le había ocultado a Tobías el hecho de ser una bruja y tenía miedo de decirle, tal vez sí no lo hacía todo estaría bien. Volviendo a ver a su esposo a los ojos lo había decidido, guardaría ese secreto, al fin y acabo no tenía contacto con el mundo mágico desde que había escapado con Tobías.

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Kokeworth, Spinner's End, Inglaterra 1964

El pequeño Severus reía a carcajadas por las tonterías que hacía su padre, había salido temprano del trabajo así que ahora estaban ambos fuera con Tobías recostado sobre el césped del pequeño jardín donde su esposa, Eileen, tenía algunos rosales.
Tobías estaba mostrándole a su hijo como jugar con un yo-yo sin embargo no lograba hacer que girará.

—Esto no es gracioso— El hombre hizo una mueca parecida a un puchero haciendo que su hijo volviera a reír, lo que ninguno de los dos esperaba es que aquel yo-yo comenzara a flotar y girar, Eileen Prince quien estaba viendo todo por la ventana comenzó a temblar, había esperado que algo así sucediera desde hacía tiempo, pero ahora tenía miedo, armándose de valor salió de la casa donde ambos estaban.

—Eile, cariño aléjate de eso, entra a la casa— Habló Tobías saliendo de su estupor mientras cargaba a su hijo y tomaba la mano de su esposa.

—Tobías yo... Tengo que decirte algo.— La voz de la mujer se escuchaba temblorosa, sí bien se había prometido no decir nada, ahora no podía guardar más este secreto, había esperado tanto que su hijo fuese un simple muggle pero tal parecía que el destino la odiaba.

—¿Qué sucede?, ¿Cariño?— Al no obtener respuesta de la mujer que amaba comenzó a preocuparse.

—Yo... Tobías, lo siento tanto... Yo...Soy una bruja— Comentó eso último en un susurro y miro a su esposo con cierto pánico.

—Esto no es gracioso Eileen, ¿qué es lo que pasó ahí?— Sí bien Tobías estaba intentado asimilar lo que su esposa le estaba diciendo, comenzaba a asustarse.
La mujer se acercó a uno de los cajones de la cocina y sacó lo que para el no era más que un palito de madera.

—Lo que nuestro hijo hizo no es más que magia accidental, él es pequeño para entender como suceden las cosas.

—¿Yo hice eso? ¿Soy una bruja?—Habló con inocencia el pequeño quien hasta ahora seguía en brazos de su padre.

—Un mago cariño, serás un mago y esto es magia— Levantó su varita haciendo que Tobías retrocediera un paso— Lumus— De la varita salió un rayo de luz que ilumino parte de la habitación haciendo que el niño se emocionara, sin embargo Tobías estaba asustado y molesto.

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