Colegio Hogwarts, 11 de diciembre 1977
Sus pasos resonaban en los silenciosos pasillos de Hogwarts, solo esperaba que no llegase Filch y su roñosa gata arruinara sus planes.
Cuando al dar la tercera vuelta la gran puerta de roble apareció frente a ella lo que la hizo sonreír, no sabía lo que abría detrás de esa puerta, solo había pedido un lugar tranquilo en el cual descansar. Cuando entró vio lo que parecía ser una hermosa habitación individual en forma circular, el techo formaba un domo por donde se filtraba la luz natural, las ventanas mostraban el mismo clima cálido y soleado, ambos ventanales estaban rodeado de plantas aún con su vivo color verde, las paredes estaban rodeadas de libros tanto muggles como mágicos, había una chimenea del lado izquierdo y a su lado un sofá lo suficientemente cómodo de un color marrón y en medio justo debajo del domo había una cama matrimonial de forma circular con sábanas de color azul y blancas.
Era perfecta.Estornudo por tercera vez en lo que iba de ese minuto, no sabía sí era por el frío o a causa de las malditas rosas.
Dilan le había regalado un nuevo ramo a causa de su séptimo mes de noviazgo, le había dicho reiteradas veces que era alérgica a esas flores, pero él Hufflepuff parecía no importarle.
Suspirando simplemente las arrojó a lado de la chimenea, se acercó la cama y soltó una risita cuando noto que en el suelo había un tocadiscos con distintos discos de vinilo con sus bandas y canciones favoritas.●————☆————●
Severus bajo las escaleras con cautela, después de haber cumplido su castigo quería despejarse y el mejor lugar para hacerlo había sido la torre de astronomía.
Cuando sus manos comenzaban a congelarse por el frío del invierno decidió que su tiempo ahí había sido suficiente.
Queria despejarse de todo el estrés, después de las últimas vacaciones en las que había estado viviendo en el mismo lugar que el señor obscuro, regresaba los fines de semana para perfeccionar sus habilidades en pociones, había mejorado tanto al punto de que su maestro parecía sentir envidia.Le jodia los constantes encargos del Lord, pociones para cada uno de sus mortífagos, perfeccionar venenos para las torturas que aplicaban a aquellos que no compartían sus mismos ideales.
Y con cada momento que pasaba ahí el Lord le exigía más.
Lo último que le había pedido era una poción lo suficientemente capaz de generar pesadillas y alucinaciones dolorosas al bebedor, pero que a la vez no pudiera dejar de tomar dicha poción y que los antiveneno comunes no surtieran efecto, el beberla sería una tortura lenta y dolorosa que haría que el consumidor quisiera acabar con su vida al dar el último trago.
Se sentía asqueado de sí mismo, él sería el causante de cientos de muertes.Aunque también trataba de realizar un antídoto en el que el Lord estuviera respirando constantemente en su cuello le hacia casi imposible realizar dicha tarea.
Sumando a que al estar en su último año de Hogwarts los E.X.T.A.S.I.S estuvieran a la vuelta de la esquina.Al bajar el último tramo de escaleras fue ahí cuando la vio, con un ramo de rosas en su mano izquierda estornudando como sí estuviera por enfermar y caminando de un lado a otro, debía admitir que se vea graciosa haciendo eso, más cuando la capa negra que cubría todo su cuerpo se arrastraba por el suelo casi pisandola.
La vio entrar a ese desconocido lugar en la sala de menesteres, estuvo ahí, mirando la puerta por quizás unos 10 minutos hasta que esta desapareció, colocó su cabeza en la pared tal vez intentando descifrar algún sonido pero no se escuchaba nada.
Cuando estaba por irse los pasos (quizá de Filch y su gata) temió lo peor, dio tres vueltas con rapidez frente a la pared con un sólo pensamiento en mente: Ella.La puerta se abrió y entró en el lugar cerrando la puerta tras él, al girarse su vista se dirigió directamente a la Slytherin quien estaba acostada en la cama con un libro de pasta azul en sus manos, antes de poder hablar un sonido melancólico llegó a sus oídos.
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Slytherin Family
FanfictionA veces solo se necesita un golpe de suerte para cambiar todo el destino, el tuyo, el mío, el nuestro. A veces las apariencias engañan y un error puede desencadenar más problemas cual efecto mariposa. -Juntos haremos que el mundo se ponga a nuestro...