Broken.

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Colegio Hogwarts, 15 de marzo 1977.

Después de la muerte de Eileen Prince parecía ser que Severus había tomando una actitud evasiva, algunos podían asegurar que no había llorado más que en el día en el que había recibido la carta.
Había asistido a clases sin falta alguna y se limitaba a ignorar las miradas curiosas de sus compañeros.
No se había presentado al funeral de su propia madre, el joven Snape aún seguía asimilando la noticia, quería presentarse ante la tumba de su difunta madre quizas por respeto, pero tenía en claro que en cuanto estuviera ahí, lo que haría sería gritarle una y otra vez el "Te lo dije" por lo que prefería quedarse con esas palabras guardadas en el fondo de su corazón, quizás y en un par de años, cuando el odio que tenía hacía su madre disminuyera y solo quizás, visitaría su tumba.

Lo que más le molestaba ahora era el constante llamado de Patrick Prince quien ahora hacía llamarse "su abuelo" tal parecía que ahora él era la última esperanza para continuar con el legado de los Prince a pesar de ser un mestizo aunque tampoco ayudaba sí Patrick estaban dentro del círculo interno de Voldemort.

Las cartas no paraban de llegar, repletas de súplicas e insinuaciones sutiles a poner a la casa en alto en el nombre de Lord Voldemort, cada lunes aparecía una nueva carta con ese maldito sello que alguna vez había anhelado.
Habían deseado y fantaseado con la idea de que su ahora autoproclamado abuelo se acercara a su madre y familia dándoles apoyo y viviendo como una verdadera familia.

Todos esos sueños que había tenido de niño y durante sus primeros años de Hogwarts, había escuchado a su madre durante horas con las historias sobre la honorable familia Prince y se había enamorado de ese apellido, Severus Prince... Sólo con pensarlo hacía que su vida fuese mejor.
Pero ya no tenía 12 años y con esas cartas que estaban casi rayando al acoso hacia que su pecho doliera de forma misteriosa.
¿Por qué después de tantos años...?
Tenía miles de dudas en su cabeza y sabía que ninguna de ellas se iba a contestar con solo mirar el sobre frente a él.
Con el corazón latiendo a un ritmo descontrolado se dirigió hasta su habitación, nuevamente una carta, pero quería, no, deseaba terminar de una vez por todas con ello. Abrió el sobre notando una caligrafía casi perfecta de quien parecía ser Patrick Prince.

Para mi nieto, Severus.

Sé que tal vez estés ahora mismo pensando ¿Por qué ahora? Por favor te pido que, por la memoria de mi hija Eileen leas hasta el final...

-Sí claro, debería tirarla sólo por eso.- Susurro para sí mismo mientras cerraba las cortinas de su cama colocando un par de hechizos para mantener su privacidad, no quería leer la carta pero, su curiosidad era grande.

...Tu madre estuvo comprometida con un hombre un par de años mayor que ella, creo que ahora todo mundo lo conoce como Fenrir Greyback.
Pero era más que eso, Fenrir Lucier Greyback, un hombre sangre pura de buena familia... Pobre chico, atacado por un hombre lobo al salir de Hogwarts. Tal vez me estoy adelantado a ello, madre no estaba contenta con el compromiso, en una salida meses antes de su graduación en un barrio muggle pareció encapricharse con tu padre.
Días después desapareció sin dejar rastro, la estuvimos buscando por años hasta que un día, 6 años después de su desaparición fue llevada ante el ministro por uso de magia en un muggle.

Él suspiro, supuso que había sido ese hechizo, el que había iniciado todo, cuando había tenido su primer ataque de magia accidental, cuando el hombre salió de casa enfadado y regresado por primera vez ebrio, cuando habían iniciado los golpes, el abuso y su madre aceptaba todo eso.
Su madre solo lo veía como la forma de mantener a Tobías Snape a su lado.
Aún sí eso no era amor, aún sí ella salía herida, lastimada, muerta. Por qué ella amaba a su padre de una forma tan enferma.

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