Colegio de magia y Hechicería, Hogwarts 18 de septiembre 1973.
Estaba enojada, después de haber pasado casi tres días en la enfermería por culpa de Black y sus amigos, en vez de dirigirse a su sala común a descansar ahora iba camino a la dirección, había escuchado por Barty que Black y Potter habían tenido un "castigo" con Hagrid ayudandole con sus calabazas que ocuparía ese año así que no entendía el por que de presentarse en la dirección, no es como si fueran a disculparse, pero debido a la insistencia del director de asistir a esa "reunión" no le quedaba otra más que obedecer.
—Caramelo de limón.— Susurro, quiso rodar los ojos ante lo predecible de la contraseña, aún así subió las escaleras hasta llegar a la oficina del director donde ya estaba su jefe de casa y la profesora McGonagall.
—Buenos días— Ella comenzaba a sentir un vacío en el estómago, podría ser solo su actitud paranoica pero era algo parecido a un mal presentimiento, en el rostro de ambos jefes de casa era bastante notorio que estaban ocultado algo. Negó despejando su mente, tal vez solo eran alucinaciones suyas.
—Mi muchacha, me temo que debemos tomar ciertas medidas con lo que sucedió hace unos días.— Habló Dombuldore con ese tono de abuelo, por un segundo comenzaba a relajarse pero la mirada en el hombre la hacía sentir aún más nerviosa.— Me temo que te haz metido en un gran problema, tus compañeros me comentaron que los atacaste camino a sus clases.
—¿Qué ellos qué?— El tono de voz de la niña había sonado más nerviosa de lo que esperaba.
—Sé que Gryffindor y Slytherin no se llevan bien, pero, no por ello se debe de atacar a tus compañeros, eso me temo, haría que te expulsen.— Ella miró hacia la profesora McGonagall quien tenía los labios en una fina línea y una postura que demostraba que no le ayudaría en nada, miró a su jefe de casa con súplica y él desvío la mirada hacia ningún punto en particular.
—¿Defenderme va a causar mi expulsión? ¡Yo fui quien estuvo en la enfermería con las costillas rotas! ¡A mi me rompieron la varita!— Su enojo iba en aumento al punto que las ventanas empezarán a vibrar y de que Fawkes empezaba a cantar para calmar a la niña.
—Albus, eso no lo habían mencionado, ¿Romper su varita?— Fue la profesora McGonagall quien comenzó a reclamar esta vez dudando sobre la exageración del castigo.
Sin embargo, antes de seguir reclamando las llamas de la chimenea se encendieron dejando ver a una de sus peores pesadillas, a solo unos metros de ella estaba Garrick Ollivander.—¿Qué hace él aquí?— El nudo en su estómago se hizo más grande mientras daba pasos hacia atrás cuando él intentaba acercarse a ella con la clara intención de darle un abrazo.
—Es necesario hablar con tu padre sobre tu expulsión— Mencionó el anciano, el brillo en su mirada cada vez era más intenso causando incomodidad que le hacía casi imposible mirarlo a los ojos. Lo único que ella quería era que se ahogara de una puta vez con esos caramelos de limón que siempre comía.
—Ahora bien, no creo que sea para tanto Albus, ¿No es así Cassi?— Habló por primera vez el Ollivander.
—Yo solo iba camino a mi sala común por un libro, ¡Su libro!— Dijo esto último a la profesora quien parecía debatir en quien decía la verdad— Fui atacada en el pasillo, por Potter, Black, Lockhart, Robbins, un Hufflepuff de 4to año y la prefecta de Gryffindor, sus clases ni siquiera son en ese pasillo como para estar ahí.— Ahora era el turno de Dombuldore de enojarse, les había dado el permiso necesario a Potter y Black para atacar a la niña, no esperaba involucrar a más alumnos en eso.
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Ella estaba a punto de celebrar, le habían permitido seguir en Hogwarts claro que le habían dado un castigo, una semana realizando líneas en la oficina de McGonagall, no esperaba menos para ser sinceros.
Había escuchado a Dombuldore prometerle a Garrick que le daría un castigo a ellos, pero ella no lo creería, lo máximo que haría sería mandarlos con la subdirectora McGonagall y ella solo les daría una charla sobre el por qué no deberían atacar a una dama indefensa y darles una galleta como perritos buenos.
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Slytherin Family
FanfictionA veces solo se necesita un golpe de suerte para cambiar todo el destino, el tuyo, el mío, el nuestro. A veces las apariencias engañan y un error puede desencadenar más problemas cual efecto mariposa. -Juntos haremos que el mundo se ponga a nuestro...