¿Solución encontrada?

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Charing Cross, Londres. 19 de agosto 1976.

Ella aún se sentía mareada después del viaje en el autobús noctámbulo, si su padre se enteraba de dónde estaba ahora exactamente la mataría o la daría de comer a los lobos y no hipotéticamente hablando, sobre todo por la persona que se encontraba frente a ella.
Darcy estaba demente, definitivamente estaba demente, no podía creer lo que estaba a punto de hacer.
En un inicio habían establecido que su punto de encuentro sería en el caldero chorreante, sin embargo después de ver la cantidad de brujas y magos alrededor del negocio habían optado por ir a la cafetería que estaba a un lado.
Encontrar la manera de contactarse con él hombre había sido bastante fácil
Y eso mismo pensaba el hombre, la chica había sido fácil de convencer ¿El problema? Estar rodeado de muggles.

—Oh, quita esa cara de asco, haz estado acosando a mi familia y amigos durante casi un mes, ¿Qué demonios quieres?— Fue la chica quien habló primero, haciendo al el hombre fruncir el ceño y darle una mirada para nada amistosa, pero el hecho de querer tenerla de su lado había evitado lanzarle un Avada Kedavra.

—¿¡Cómo te atreves a cuestionar a un Lord!?— El grito del hombre llamó la atención de algunos cuantos comensales que estaban en esa cafetería, tal vez por la forma en que hablaba la palabra "Lord" había hecho que la mayoría pensara que estaba loco otros más pensaban que tal vez era de la realeza.

—¡Baja la voz!— La chica susurro con un tono desesperado, parecía no tenerle miedo o respeto al llamado "Lord Voldemort" tal vez era por que desde hacía un par de años el conocer su existencia y sus ideales le hacia sentir repulsión o el hecho de estar en un lugar muggle donde si el hombre hacia magia terminaría yendo a Azkaban.
Además de ello, quería reírse de la ironía de que el más grande Lord obscuro del último siglo estuviera conviviendo con muggles solo para que la chica se uniera a su círculo de locos.

—Debo admirar tu valentía pequeña Ollivander, dime ¿a caso no me tienes miedo?— Habló mientras discretamente sacaba su varita apuntándole a la chica como sí eso fuese una amenaza mayor.

—Te tendría miedo sí no hubiera estado tan cerca de la muerte.— Se encogió de hombros como si eso no hubiera sido tan importante haciendo que el Lord tuviera un escalofrío, él por otro lado le tenía miedo a la muerte.

—Justamente por eso deseo que estés de mi lado, mira que matar a tu propio padre, yo también mate al mío.— El hombre dio una sonrisa ladina haciendo que ella levantara una ceja en duda. —Sí te unes a mí, podrías aumentar aún más tu poder ¡Todo mundo podrá ver de lo que eres capaz! Juntos podríamos hacer de este un lugar mejor— La chica comenzó a sentir un nudo en la garganta, odiaba recordar que ella ahora era una asesina.

— Estas demente, ¿Realmente quieres que forme parte de esto? ¡Solo mírame!— Levantó el tono de su voz aunque esta se quebraba a causa de todas las emociones encontradas, detestaba verse débil pero no podía controlar ese horrible dolor en su pecho y garganta que la hacían querer llorar— Mi magia es inestable, mi vida también lo es ¿cómo podría ser de utilidad al gran Lord obscuro? Estoy dañada mágicamente y mi mente se está fragmentado, mi alma incluso esta manchada y a ti lo único que te interesa es mí poder, ¿quién te hablo sobre mí?

—Tu magia puede arreglarse— Habló el Lord sin inmutarse o contestar lo demás— En cuanto a lo otro... Con el tiempo aprenderás que las muertes van y vienen, son parte de la guerra, son necesarias para traer paz a este mundo.

—No quiero ser parte de tu círculo de asesinos— Escupió ella con rabia comenzado a levantarse de la mesa.

—Piénsalo, tú y yo no somos tan distintos, podrías estar incluso en una posición mayor tal vez incluso mi mano derecha.— El hombre volvió a señalar el asiento y tomó su taza que aún contenía la mitad de su café dándole otro sorbo, tal vez no lo admitiría en voz alta pero esa bebida muggle era buena.

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