¿El mas allá?

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La voz de una mujer se escuchaba a lo lejos, se parecía a la nana que se le cantaba a los bebés para hacerlos dormir, a eso se sumaban las manos suaves de una mujer que le acariciaban el rostro con ternura, una ternura infinita como si tuviera miedo de romperla, abriendo los ojos poco a poco hasta acostumbrarse a la luz se topo con los ojos azules de una mujer que sólo había visto en fotografías y en algunas de sus mas terribles pesadillas.

—¿Mamá?— La voz de la Viet sonaba inestable y débil incluso podría decirse que con un toque de miedo. 

—Mi bebé— El tono tan amoroso en la mujer le hizo sentir ganas de llorar, siempre había querido escuchar la voz de su madre, pero sabía que no era real, no podía ser su mamá— Claro que soy tu mamá, cariño— La mujer volvió a hablar como si estuviera leyéndole el pensamiento.

—¿Estoy muerta?— De pronto comenzó a sentir miedo ¿y sí Severus la había visto morir? ¿Se culparia de ello? Esperaba que no, ¡sus amigos! ¿Quién le recordaría a Barty sobre darle de comer a Doxy? ¿Quién ayudaría a Regulus en historia de la magia? ¡Rabastan la odiaría por dejarlo solo! Y... — ¡Oh, no, no puedo dejar sólo a papá! — La niña se cubrió la boca inmediatamente creyendo que su madre se enojaria con ella por llamar padre a un otra persona que no era Garrick Ollivander.
Pero lo único que hizo ella fue soltar una risa, no una fría y sin emoción como las que escuchaba en sus pesadillas, sino una cálida y hermosa que hizo calentar su corazón.

—No estas muerta cariño, estás dormida, pero debes despertar— El tono de la mujer cambió a uno más preocupado.— Tienes que abrir los ojos mi niña, ella está por llegar.

—¿Ella? ¿Quién?— Cerró los ojos intentando rememorizar lo sucedido, el viaje en el tren, estar por despedirse y el jalón en su brazo... — ¡Verónica!— 

—Escúchame bien, tienes que hacer lo que te digo— Su madre la había tomado del rostro— Toma las llaves cuando yo te lo diga.

—¿Decirme? Pero, ¿Cómo? ¿Cómo sabré cuando hacerlo?— Ella no entendia como ni donde estaba, si estaba con Verónica muy probablemente estas eran alucinaciones produto del hambre y quizá el golpe en la cabeza—Mírame, soy un desastre, no se que hacer, madre—  Pero solo recibo una mirada seria de la mujer, la chica cerro los ojos intentando analizar las palabras de su madre, tomar las llaves... Tomarlas, bien, eso haría.

—Vamos cariño, sabes que hacer, no pienses con la cabeza, hazlo con el corazón— Esas palabras tenían aún menos sentido Despierta, escuchó pero seguía sin poder hacerlo—Debes tomar la llaves cuando yo te lo diga.

—¿Volveré a verte?— Preguntó ella, sabía que tenía que despertar, su mente y su cuerpo le decían que lo hiciera pero ella no quería perder la única oportunidad de hablar con su mamá.

—Recuedo cuando naciste, te ame desde el primer segundo, y te di un beso, justo aquí— La mujer volvió a cambiar de tema sin responder a su pregunta, en cambio beso la frente de la chica. El primer y último beso, un lazo de protección y el amor de una madre hacia su hija— Tú mi niña estarás bien, lo estarás y solo quiero que sepas que lo que tendrás que hacer no te hará una mala persona...— ¿Hacer? ¿Qué tendría que hacer?— Hija, escucha, ayúdame y despierta, ¡Despierta!

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El sótano: 18 de junio 1976.
8:45 pm.

La chica abrió los ojos de golpe, quiso levantarse del suelo pero se detuvo sintiendo un dolor horrible en todo su cuerpo, ardía, sentía como si la estuvieran quemando desde dentro lo que la hizo gritar.

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