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No pude responder a las palabras de Joaquín porque cuando iba a hacerlo, unas voces femeninas me interrumpieron. Agradecía por ello, ya que realmente no sabía que responder a lo que acababa de decirme y tenía miedo de decirle algo erróneo.

─¡Tucu!, ¡Tucu! ─gritó emocionada una chica que parecía no tener más de 16 años y corrió con otras chicas hacia nosotros─. ¿Nos podemos sacar una foto con vos?

Joaquín me miró, capaz que pensó que no era el momento por lo que estábamos hablando o que me incomodaría presenciarlo en este momento, cuando recién llegaba a un país desconocido y lo único conocido que tenía era a mi novio. Sonreí y me acerqué a ellos.

─Hola hermosa, ¿Querés que yo saque las fotitos? ─ofrecí con una sonrisa y al verme sacudió su cabeza con euforia antes de darme el teléfono─. Bueno, ¿Cómo querés que sea la foto?

─¿Agus te molesta si hacemos como que nos damos un beso? ─preguntó la nena y reí negando con la cabeza. Admitía que me ponía un poco celosa eso, pero teniendo en cuenta que se estaba sacando una foto con su ídolo yo no podía negarle eso, me hubiera gustado que me pasara lo mismo a su edad.

─Eso no puedo, hermosa ─comentó Joaquín─. Primero porque no quiero hacerla sentir incómoda a Agus, y segundo porque seguramente sos menor de edad y se pueden malinterpretar las cosas. Si querés te puedo dar un beso en el cachete.

Después de sacarle algunas fotos a Joaco con las chicas y otras personas más que se iban acercando a nosotros y sacarme algunas fotos yo con unas pocas personas que me las pidieron, Joaquín les dijo que ya no podía sacarse fotos porque me tenía que llevar al aeropuerto y afortunadamente todos lo entendieron y se despidieron de nosotros con un gran cariño.

─Sos un sol, ¿Sabías? ─sonrió cuando estábamos en el auto.

─¿Por qué lo decís? ─arrugué mi nariz confundida.

─Porque desde el principio me apoyaste y acompañaste en todo, y lo seguís haciendo sin que te moleste a pesar de que las cosas estén mal entre nosotros dos ─suspiró tierno y pasó una mano por su cara─. No sé qué habré hecho para tener a una mujer como vos en mi vida.

Decidí no responder, no sabía qué decirle.
Amaba a Joaquín con todo mi corazón, en serio lo hacía. Él fue y seguía siendo mi primer amor y estaba segura de que era el amor de mi vida, de que jamás conocería a alguien que me causara lo mismo que él o algo siquiera cercano. Estaba completamente enamorada de Joaquín y no sabía qué hacer con ello.

Sabía perfectamente que mi relación con él ya no era la misma desde...bueno. Deseaba con todo mi ser poder besarlo como antes o dormirme entre sus brazos, acompañarlo a sus entrenamientos y pasar todo mi tiempo libre con él y su familia, pero algo dentro de mí simplemente no me dejaba ya. No era mi amor lo que había cambiado por él, era yo la que había cambiado y estaba segura de que él lo sabía perfectamente.

─Amor ─lo miré rápido─. ¿Estás bien? Estas llorando ─comentó preocupado y frenó el auto frente al hotel.

─Perdón Joa, no puedo ─bajé del auto y corrí hacia los adentros del hotel.

El edificio era sorprendentemente lujoso, tenía hasta los detalles más pequeños llenos de brillo. El color dorado predominaba allí y era perfectamente equilibrado con los tonos cálidos que lo acompañaban. Estaba muy bien ambientado y a diferencia de afuera, allí no hacía ese calor infernal al que nunca me acostumbraría.

Estaba en el lobby, o eso creía. Un hombre se acercó a mi y comenzó a hablarme en un idioma que no lograba entender, aquello me asustó hasta que de repente vi a Joaquín entrar con las maletas y caminar rápidamente hasta donde yo estaba. Se puso a hablar con el hombre y después comenzó a hacerme señas con la cabeza para que lo siga.
Caminé atrás de él en silencio, después de la incómoda situación en el auto no quería decir nada y al parecer él tampoco. Llegamos adelante de una puerta y la abrió con una tarjeta, llevo mi maleta hasta adentro y volvió a salir.

─Tomá, esta es la llave de tu habitación ─dijo serio y me entregó la tarjeta que había usado previamente─. Si necesitas algo yo estoy en la 237.

Se dio la media vuelta para irse y antes de que comenzara a caminar agarré su mano y lo obligué a girarse hacia mí. Me miró sin entender y fue ahí cuando me paré de puntas de pie y lo atraje hacia mi para plantar un beso en sus labios.

Al principio no correspondió el beso, pero después de unos segundos abrazó mi cintura con sus manos. Llevé una mano a su rostro y la otra detrás de su nuca. Los dos habíamos necesitado ese beso, el haber estado tanto tiempo sin vernos ni hablarnos había logrado distanciarnos pero sabía perfectamente que al igual que me pasaba a mi, el amor que él sentía tampoco había cambiado.

─Quedate conmigo hoy, no sé hablar el idioma de ellos y me da vergüenza estar sola porque tengo hambre ─pedí con un puchero y él soltó una carcajada.

─Hablan español e inglés también igual ─se encogió de hombros con maldad y me subió a caballito para entrar corriendo a la habitación─. Pero me quiero quedar con vos así que hagamos como que no te dije eso, ¿Sí?

Me tiró arriba de la cama y fue directo a guardar mi valija. Reí internamente, sabía que todavía estaba intentando hacer buena letra conmigo pero aún así decidí aprovecharme un poquito y no decirle nada. Prendió la tele y se acostó al lado mío, estaban pasando una novela turca, lo que nos hizo reír a los dos.

─Joa ─lo llamé y enseguida me miró─. Si vamos a estar juntos de vuelta o intentarlo...¿Podemos ir despacio? Ya sabés, como nos habíamos tomado un tiempo porque yo no estaba segura, quiero seguir...

─Obvio Agus, no hace falta que me lo pidas ─me robó un pico y achiné mis ojos causando su risa─. Ya sé que no estás segura todavía de volver del todo y lo respeto, pero quiero que sepas que nunca me voy a dar por vencido y que vas a ver que te enamoro de vuelta.

─Nunca me desenamoré igual ─le saqué la lengua y dirigí mi atención a la TV nuevamente.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora