EXTRA I

6.2K 510 115
                                    

Miré a la pequeña criatura entre mis brazos como si fuese la cosa más frágil y hermosa que había visto jamás y ante mis ojos, ciertamente lo era. Adoraba sentarme cada día a admirar a este pequeño ser viviente que me hacía compañía cada vez que me sentía sola, teniéndolo a él, nunca iba a estarlo.

—Mamá, voy al aeropuerto con Oli, ¿Sabés?—comentó la voz de Benja y me di vuelta rápido para mirarlo con los ojos bien abiertos, en señal de advertencia—. Vamos con el tío Juli, quedate tranquila vos.

—¿Con Julián? Dios, cuídate, cuidá a tu hermana y a tu tío —pedí con una presión en el pecho y él rió—. Te digo en serio, hijo.

Una pequeña nena de ocho años entró a la habitación del hospital y corrió hacia mi camilla, admiró a su pequeño hermanito con sus ojos brillantes y una sonrisa enorme.

—Hola Franquito —agarró las manitos del bebé y él solamente miraba a la infante sin hacer ningún sonido, ciertamente cuando Oli aparecía, el bebé se calmaba—. Ya venimos mami, vamos con el tío Juli. Tené cuidado y cuidá a mi hermanito.

—Vayan, los amo —sonreí y los dos me dieron un corto abrazo, después le dieron un beso en la cabeza al bebé y se dispusieron a salir de la sala—. Benja, acordate lo que te dije.

Las enfermeras entraron a la habitación y pusieron al bebé en una cunita portátil al lado mío cuando se durmió para que yo pudiera comer tranquila, hice una pequeña mueca cuando me sacaron a mi hijo pero ignoré la idea de mezquinarlo, al final de todo, era su trabajo.

Prendí la tele de la habitación y estuve alfededor de dos horas escuchando música hasta que mi hijo se despertó con hambre y lo agarré entre mis brazos, de fondo sonaba me gusta de Ciro y los persas y yo creía que el momento no podía ser más perfecto.

Vos para mi —canté para mi bebé en voz baja mientras acariciaba con mi dedo pulgar su pequeño rostro—. Yo para vos...

Escuché voces afuera de la habitación y llegué a distinguir solo la de Julián, había sido mi única compañía a excepción de los nenes durante los tres días que estuve internada. Fue bastante gracioso romper fuente con él, estábamos con los nenes en las camas elásticas y había pensado que me hice pis encima hasta que el dolor me hizo gritar y al final casi nos atropellaron por la velocidad a la que condujo hasta el hospital.

—Tengo una sorpresa para vos —habló Benja entrando y me hizo sobresaltar, le hice señas para que hable más bajito y rió—. Perdón, perdón. En realidad, tengo...cuatro sorpresas para vos.

Sin decir más nada, volvió a abrir la puerta y por ella cruzaron tres de mis personas favoritas con enormes ramos de rosas y globos. Sentí el impulso de llorar por la alegría que me causaba verlos después de tanto pero sabía que si lo hacía, el bebé se iba a alterar.

Paulo tenía los ojos rojos e hinchados, dejó las flores que cargaba sobre la mesita de luz y cuando se acercó a mi, empezó a llorar sin pudor. Miró al bebé, después a mi, después al bebé nuevamente y soltó una risita.

—Lo tuviste adentro tuyo nueve meses, sufriste quince horas para que salga y todo para que sea igualito al padre.

Rodé los ojos ante sus primeras palabras, en realidad tenía razón. Franco era exactamente igual al padre y eso no me disgustaba en lo absoluto, mirando a Olivia podría decirse que ya me lo veía venir.

—Mi bebé tuvo un bebé —chilló Leandro y se unió al llanto de Paulo, entre los dos se abrazaron y me miraban con nostalgia.

—Me imagino que yo seré el padrino —reclamó Nicolás y reí, haciendo que el bebé riera conmigo y que los tres babosos empezaran a hacer sonidos raros de ternura.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora