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—¡Dale Julián! —levanté la voz molesta cuando lo ví repleto de espuma—. A ver salí deja, anda a secarte la ropa por favor.

Julián se fue sin decir nada porque sabía que en cualquier momento me daba un colapso mental, se había puesto a jugar con el detergente porque Lisandro le recordó lo divertidísimo que es mancharse con espuma. Otro más al que iba a terminar matando.

—Bua pero no te enojes —escuché la voz del Licha abrazándome por la espalda—. Vos sabés que te amo, y Ju también.

Respiré hondo y pasé un trapo por toda la ventana, escuché un carraspeo de garganta y no le di mucha bola hasta que reconocí al dueño de la voz que lo acompañó.

—¿Interrumpo algo? —preguntó Enzo cruzado de brazos y le señalé la ventana llena de espuma, pero él solamente estaba mirando las manos de Lisandro.

—Sí, le estaba confesando mi amor a Agustina hasta que llegaste, ¿Te podés ir, por favor? —comentó divertido y me dió un beso en el cachete para después soltarme y salir corriendo por el mismo pasillo que Julián anteriormente.

—Así que se te estaban declarando —Enzo movió su cabeza como un "mirá vos" y solté una carcajada.

—No le des bola amor, me estaba pidiendo perdón por el desastre que hizo con Julián acá —me acerqué para darle un beso después de limpiar y él sonrió.

—Llegaron los que faltaban.

Escuché los gritos de Mateo y reí, definitivamente habían llegado. Enzo entrelazó su mano con la mía y me arrastró hasta el patio de la casa. Ahí estaban prendiendo el fuego para el asado, pude notar que los Messi habían llegado con Neymar, cache estaba hablando con Nicolás y el kun estaba hablando con Antonela.

—¡Tía! —gritó Mateo y corrió para abrazarme, tenía puesta una camiseta negra de spiderman y unos jeans del mismo color. Sonreí y solté a Enzo para devolverle el abrazo a la bestia más chiquita—. ¡Estás re linda, pareces una princesa!

Sonreí enternecida y entrecerré los ojos cuando Ciro y Thiago se avalancharon encima de mi, los tres me abrazaban y reían.

—¡Mis príncipes azules! —reí apretando sus cachetitos mientras se quejaban.

—¡Infiel, tus principes éramos nosotros! —gritaron Leandro y Paulo, y todos rieron.

Me acerqué para abrazar a Anto y me recibió contenta, al parecer el espíritu navideño había azotado a la familia Messi, porque Lionel también estaba muy felizmente hablando con Enzo y Neymar.

—Amiga hermosa, estás divina —me halagó Anto y la observé a ella, tenía un vestido rojo pegado al cuerpo que resaltaba sus curvas y la hacia ver aún más hermosa de lo que era.

—Eso se debe a mis asesores de moda —bromeé mirando a mis mejores amigos y después devolví mi vista a ella—. Vos estás re diosa, amiga.

Fui para donde Leo y abracé a Enzo por la espalda para saludar a los chicos, al instante que Leo se acercó para abrazarme como siempre solía hacerlo, Neymar clavó sus ojos en mi.

—¡Comadre! —dijo Leo y reí.

—¡Compadre! —di unas palmaditas en su espalda y después miré a Neymar—. Hola, Ney.

—Hola, hermosa —sonrió y depositó un delicado beso en mi mejilla—. Perdoname el atrevimiento, pero quiero decirte que jamás había visto tanta belleza junta. Es como una piedra preciosa o una especie en peligro de extinción.

Me sonrojé y noté como Enzo apretó su mandíbula así que me posicioné al lado de él y agarré su mano, noté lo tenso que estaba y sentí ganas de reír, pero no lo hice.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora