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Benja miraba la tele con cara de querer matar a alguien, el Kun nos había llamado hacía media hora para avisarnos que ya estaba viniendo a buscarlo para llevarlo a una de esas ferias donde te hacen un espectáculo con el helado, todo un viejo choto resultó ser mi amigo.

Hizo caso omiso a todas las protestas que pusimos Benja y yo, se iba a perder todo el día taaan divertido que íbamos a tener con los chicos. Y yo iba a pedir a mi escudo antiboludeces, sin él ya no podía meter excusa a las locuras de mí hermano y mis amigos. Y no iba a poder tener el autocontrol que deseaba tener.

—Timbre —le avisé a Benja, me miró mal mientras yo reía y fue a abrir. Para nuestra sorpresa, no era su papá el que estaba atrás de la puerta, los dos ex River estaban ahí parados con una sonrisa cuando Benjamín los recibió.

—Hola campeón —saludaron y entraron con rapidez.

—Uyyy, casi —le di una palmadita a Benja y saludé a los dos chicos, cuando llegue a Enzo lo noté tenso, me miraba fijamente y una sonrisa decaída se dibujó en su cara cuando le di un beso en el cachete.

—¿Cómo estás? —pregunté de lo más normal, Julián se había puesto a hablar con Benjamín y Enzo estaba con cara de muerto.

—Bien —subió los hombros y no dije nada, pero él no parecía querer que la conversación termine ahí—. ¿Estás enojada conmigo? Por lo de Olivia digo.

—¿Por tu hija? No, nada que ver —le dediqué una sonrisa intentando sonar convincente, pero al parecer no me había creído. Desvió su mirada y frunció el ceño arrugando la nariz.

—Te iba a contar que tengo una hija, solamente estaba esperando el momento correcto —confesó sin mirarme, se notaba arrepentido y me hacía confundir esa actitud—. Quería avanzar más con vos para contártelo, porque tenía miedo de que me dejaras de hablar si te enterabas de que soy papá.

—Que poco me conocés Enzo —solté con una pequeña sonrisita—. Que te chupe un huevo lo que piense yo o cualquiera. Si yo fuera vos, le presumiría a todo el mundo la hermosa hija que tenés, es un sol esa nena.

—No podés ser tan perfecta flaca —sonrió negando con la cabeza sin despegar sus ojos de los míos—. ¿Entonces no estás enojada?

—Estoy molesta —admití—. Pero no porque no me hayas contado, no me debes nada vos a mí. Estoy molesta por Oli y porque hayas tenido miedo a decir que es tu hija.

—Sos lo más lindo que hay, sigo sin poder creer que estés con un pelotudo.

—¿Por qué no podrías creerlo? Y no es un pelotudo —repetí por décima vez desde que lo conocía.

—Porque no sé que estás esperando para estar conmigo, sabes que yo te podría tratar mucho mejor —se encogió de hombros.

Iba a contestarle cuando sonó el timbre y decidí abrir yo esta vez, para la mala suerte de mi sobrino era Sergio esta vez quién estaba atrás de la puerta con una sonrisa de emoción y un helado en la mano. Seguramente no se había aguantando y había ido sin Benja, reí al imaginarme la situación y llamé al nene.

—Dios madri, que mufa que sos —me retó con su mochila puesta y saliendo por la puerta.

Iba a cerrar cuando a lo lejos vi a Nico, Paulo, Lisandro y Leandro caminar peleando al pobre cordobés. Paulo venía cagandose de risa y cargando dos bolsas mientras que Nicolás tenía una sola y Leandro tenía los dos federicos en las manos.

Por favor decime que todas esas bolsas no son de escabio.

—¡Motorcita! —gritó Nicolás haciendo que todos se apuren. Paulo casi se cae y Lisandro le pegó un grito, pasaron todos saludándome y el cordobés se quedó último.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora