041

9.1K 672 132
                                    

—¿A dónde me trajiste Enzo? —solté una carcajada mientras estábamos haciendo la fila para algo, no sé que.

—¡Parque de diversiones! —saltó emocionado y sonreí.

La verdad que nunca había sido fan de estas cosas porque le tenía un miedo increíble a las alturas, pero estaba dispuesta a soportarlo si Enzo estaba tan emocionado. Parecía un nene chiquito mientras compraba los tickets y me llevaba de la mano.

—Pará, nos pueden ver. Es un lugar muy público —susurré intentando soltarme de su agarre, pero él solo lo intensificó.

—Que nos vean —se encogió de hombros y me hizo caminar hasta un puesto donde vendían las nubes de azúcar—. Y si no les damos material suficiente, yo les ayudo.

Mientras hacíamos la fila, agarró mi cara entre sus manos y plantó un tierno beso en mis labios. Sentí esas famosísimas mariposas en el estómago y sonreí cuando nos separamos, parecía no importarle nada respecto a la prensa.

—Hola, ¿me da dos, por favor? —pidió distraído a la mujer que vendía los algodones y ella rápidamente hizo caso al pedido.

Enzo me dio uno que era Violeta y él se quedó con el rosado, dijo que prefería tener el normal a morirse de una reacción alérgica.

—¿Jugamos a esas cosas donde ganas ositos? —pidió ilusionado y sentí que me iba a derretir—. Así gano uno para vos como en las películas.

—Dale, vamos —reí y entrelacé mi mano con la suya para caminar al puesto de las botellas.

El morocho estuvo como diez minutos insertar un aro en las botellas pero no pudo y se estresó así que estiró mi mano hacia otro puesto mientras yo solo me burlaba de su pésima puntería.

—No es que yo tenga mala puntería —se defendió robándome un pedazo de mi golosina—. Es que esos juegos son todos trampa, ¿No ves que el coso de la botella es re grande y ahí no entra el aro?

—No seas mentiroso, sí que entraba —reí con fuerza y me ignoró mientras compraba para el próximo juego.

Logró tirar los dos patitos con una concentración extrema y empezó a alardear de ello, ya en el tercer tiro actuó el karma y empezó a fallar. Intenté contenerme la risa cuando terminó por perder y se puso colorado, se ve que la derrota en el juego había afectado a su ego.

—Yo quiero intentar —pedí dándole mi algodón al futbolista y saqué plata para poder pagarlo, solo daban cinco tiros y tenías que acertar cuatro.

Fallé al primero y Enzo se empezó a burlar diciendo que al menos él sí había podido hacer eso, los próximos cuatro los atiné y me gané un oso panda de peluche. Salté como una nena emocionada cuando noté que había ganado el mediano y cuando el chico me lo pasó, le empecé a hacer ojitos a Enzo que solamente se hacía el que no me veía.

—Tomá, lo gané para vos —intenté aguantarme la risa cuando su cara se desfiguró e hicimos intercambios entre el peluche y el algodón.

—No se vale, yo lo tenía que ganar para vos —se quejó berrinchudo mientras intentábamos buscar otra atracción que nos llame la atención.

—Bueno, entonces vos sos mi chica hoy —me burle tirándole un beso y lo vi hacer un puchero.

Era la primera vez que salía a solas con Enzo y realmente estaba conociendo otra faceta de él, normalmente los chicos son quienes se comportan como unos nenes chiquitos y Enzo es el adulto responsable quien frena todas sus locuras. Ahora parecía ser él el nene chiquito que estaba disfrutando de la salida y mi nena interna estaba suspirando de amor.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora