039

8.2K 667 190
                                    

—Me parece que la joyita habla mucho pero cuando lo mandan a callar no puede ni acotar —se burló Nico cortando un pedazo de carne.

El dibu lo miró con una ceja alzada y Leandro se ahogó con el agua, Paulo dejó los cubiertos al lado de su plato y carraspeó la garganta para que mi hermano dirigiera su atención a él.

—Sos el menos indicado para hablar de eso —soltó el cordobés con su acento bien marcado, solía hablar así cuando se enojaba—. Pero bueno muchachos, ¿qué podemos decir del hermano del año?

Neymar no comprendía nada de lo que estaba pasando y yo solo rezaba para poder tener una cena normal con las personas a las que tanto quería, se suponía que salíamos a festejar pero siempre terminaban bardeandose entre todos.

—Está rica la carne, ¿no? —le pregunté a Neymar intentando cambiar el foco de la conversación.

—Sí, creí que no iba a gustarme tanto —admitió riendo.

—Perdón que me meta pero, ¿así que vas a ir a Buenos Aires? —preguntó Lean sirviéndose algo de vino.

—Sí, quería pasar unas vacaciones tranquilas en un lugar que me guste mucho —el brasileño se encogió de hombros y le dedicó una linda sonrisa a mi mejor amigo.

Leandro asintió y me pegó un codazo en las costillas dándome una miradita de complicidad que no logré entender del todo.

—¿Y dónde vas a pasar las fiestas?, ¿Tenés donde quedarte? —preguntó el ojiceleste interesado.

—Oh, eso aún no lo tengo decidido.

—Bueno, yo paso las fiestas en Buenos Aires con mi familia y la familia Otamendi —comentó e intenté aguantarme la risa—. Podrías ir si no tenes nada más importante que hacer.

Escuché una tos seca y miré al frente para encontrarme con una escena bastante graciosa, Julián estaba golpeando la espalda de un ahogado Enzo que tosía constantemente.

—¿Estás bien? —pregunté cuando se limpió la boca y me miró con el ceño fruncido.

—Nosotros también vamos a pasar las fiestas con ustedes —habló Benjamin bastante contento—. Mi papá, su pareja y yo siempre pasamos la fiesta con los Otamendi, ¿Y vos Paulo pasas con nosotros este año? —preguntó mi sobrino al cordobés que miraba fijo su plato.

—No sé, seguramente lo piense —sonrió forzado.

Emiliano tomaba su vino con una sonrisa de maldad mientras nos miraba a mi y a Leandro, yo por mi lado estaba que me moría de incomodidad y Lean, estaba de lo más pancho hablando con todos.

—¿Y si pasamos navidad todos juntos y después año nuevo ya separados? —propuso el 23 de la selección y todos lo miramos.

—Eh, a mi no me parece tan mala idea —habló Lautaro bastante entusiasmado.

—A mi me toca pasar navidad con Oli así que cuenten conmigo —se sumó Enzo con rapidez—. Y con Ju, obvio.

La cena transcurrió mejor de lo que pensé, gracias a la gran idea de Emi ahora tenía como veinte personas más que meter en mi casa, obviamente iba a obligar a Leandro a que le de la noticia a mi mamá ya que había sido su culpa.

Después de navidad tendría que volver a Italia con Paulo y Lean así que tendría que disfrutar al máximo este tiempo libre, había estado averiguando para volver a hacer patinaje y ya estaba todo en proceso así que quería darles la noticia en la cena de navidad.

Paulo se pasó toda la cena ignorandome y completando  con Enzo para molestar a Neymar, se centraron tanto en él que me pasé toda la cena con Leandro hablando sobre los chismes que él me contaba del plantel y que yo escuchaba bastante atenta.

—¿En serio me decís? —pregunté sorprendida por tercera vez.

—¡Posta boba! —soltó una carcajada—. Encima no sabes, por su culpa nosotros no podíamos pasar a los baños así que teníamos que salir a dividirnos para ir a los hoteles de nuestras familias.

—¿Por eso venían tan seguido al mío? —asintió y solté una carcajada—, ¡Leandro!

—¿Y yo qué culpa tengo de que el cuti haya tapado los baños? —se encogió de hombros ofendido y los dos volvimos a reír—. Cuando vayamos a Buenos Aires nos vamos a pasar vos y yo por la Bombonera, te la debo.

—Sos el mejor, Leandrito —me tiré a sus brazos y me envolvió casi asfixiandome a propósito.

—Yo soy lo que vos te mereces, y vos te mereces al mejor amigo que pueda ser.

—Che, che —habló en alto Enzo y lo vi sonreír cuando Leandro y yo nos separamos—. Mañana jugamos la final y estaba pensando que podemos hacer promesas, corte uno de nosotros le propone una promesa a otro y si ganamos el mundial la cumplimos.

—Ni me recuerdes que van a jugar con los franchutas esos, me da dolor de cabeza de solo recordarlo —me quejé.

—A mi me parece buena la idea de sexo Fernández —apoyó el Papu y todos asentimos—, ¿Quién empieza?

—¿Por qué no empieza Agustina? —sugirió Paulo y me sorprendí ya que no me había dirigido la palabra en toda la noche—. Siempre hace promesas muy flasheras.

Y ahí estaba de vuelta.

—Uy Paulo la verdad que hoy estas inbancable —se quejó Leandro—. Si le tenes que decir algo a la piba o si estás enojado con ella, ¿Por qué no se lo decís de frente? Puro chucu sos vos hermano.

—Yo no estoy enojado con nadie.

Manzana.

Bueeeeno —sonreí incomoda y miré a Enzo—. Si ganan la final de mañana te teñís de rubio.

Enzo pareció dudarlo un poco y hacía una adorable mueca de sufrimiento cuando pensaba mi propuesta mientras que Julián solo reía.

—Tremendo negro boliviano de rubio, yo necesito ver eso —habló el cuti de la nada y soltó una carcajada.

—Dale, acepto —me miró desafiante y pensó unos segundos—. Pero si ganamos la final de mañana vos te pones una camiseta de River, te llevo al monumental y subís una publicación a Instagram.

Abrí mis ojos impactada, no podía hacer eso.

—Ni en pedo, además yo ni soy futbolista así que no me metan.

—Pero sos parte fundamental de la scaloneta —se quejó el Papu.

—Sí Agus, toda gran selección necesita una mascota —habló Rodrigo y lo miré muy mal.

—¿O no te da, morocha? —me preguntó desafiante Enzo y mordí mi labio inferior.

—¿Que a mí no me da? Tenemos un trato, Fernández.

A veces mi impulsividad me gana, estire mi mano y la estreche con la del ex River. Julián parecía estar emocionado por lo que acababa de prometer y yo estaba más que arrepentida.

—No puedo creer lo que acabas de hacer —me susurró Lean y arrugue mi nariz—. Si sos la primera en pensar que vamos a ganar.

—Ya sé, callate.

Tendria que ponerme la camiseta que tanto odiaba pero ojalá que Mbappé se rompa una pata...o que el cuti se encargue de eso.

—¿Por qué no hablas con Paulo? Mañana es la final y no pueden estar enemistados —me sugirió mi hermano y fruncí el ceño.

—Si yo no le hice nada, que se arregle solo yo no le pienso rogar ni pedir perdón por absolutamente nada.

—Que vos sepas no le hiciste nada —metió cizaña Lean.

A veces no los soportaba, hombres tenían que ser.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora