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Enzo y yo volvimos a entrar después de haberlo retado como por quince minutos, que me intentara chantajear con un beso y obligarlo a disculparse con todos por básicamente arruinar la cena.

—Ahí llega el gobernado —comentó Emi y todos rieron.

Le di un golpecito en la espalda a Enzo y me fui con el dibu, quien me recibió con los brazos abiertos y le empezó a sacar la lengua a Julián mientras nos miraba con el ceño fruncido.

—Che, les quería pedir perdón por lo de recién —comentó Enzo llamando la atención de todos y mirándome como si fuera un nene castigado, alcé una ceja y bufó—. A vos también Tucu, capaz que me zarpe un toque.

—No pasa nada Enzo —comentó el tucumano con el hielo en la cara.

—¡Mi mujer me gobierna! —gritó el Licha haciendo que Enzo se sonrojé y todos empezaron a reír.

—No te tenía así Enzo —el cuti lo miró burlón y Enzo se encogió de hombros—, ¿Qué pasó con el turro que caga a piñas a todo el mundo y no tiene corazón? Me decepcionas, hermano.

—Si agus fuera mi mujer, yo sería igual —comentó Juan Foyth y Enzo lo miró de reojo—, ¿No ven el miedo que da? Yo siento que si no haces lo que dice te caga a piñas.

—Ay dios, cállate —rodé los ojos y alzó sus manos.

—Sí mami.

—¿Qué le decís mami? —Julián frunció el ceño y se cruzó de brazos—. Pará que a penas la conoces, qué flasheas confianza.

—Tenés un círculo social muy tóxico —comentó Camila en mi oído haciéndome reír.

—Mi mujer me engaña con mi mejor amiga —se lamentó Leandro y Alejandro se acercó a fingir que lo consolaba.

—¡En mi propia casa, Agustina Francesca! —exclamó Martina llevándose una mano al pecho.

—No tinita, yo te lo puedo explicar —le seguí la corriente acercándome a ella.

—Bua, me salieron todas tortas —rió Sergio y por fin, el ambiente ya no estaba tenso.

—Bueno che vo culia, cerrá un poco el pico y vamo a comer que me cago de hambre —ordenó Paulo y al parecer todos estábamos igual, porque prácticamente corrimos a la mesa.

—Che gordita, ¿me pasas la sal? —me pidió Nicolás y todos lo miraron excepto yo, tragué saliva y sonreí aliviada cuando Enzo se levantó para pasarle la sal. Nicolás dijo nada.

—Entonces, ¿ya son novios? —preguntó Anto mirándonos a Enzo y a mi—. Mateo me dijo que quiere que su tío sea Enzo.

—No, no somos nada —me apresuré a responder y llevé un pedazo de carne a mi boca.

—Amigos nomás —Enzo forzó una sonrisa y Antonela me miró negando con la cabeza—, por ahora... —susurró en mi oído y me reí.

—Hacen linda pareja —comentó Joaquín y se encogió de hombros cuando todos lo miramos—, ¿Qué? Es verdad, si Agus es feliz esta bien y además ya me acostumbré a la idea.

—Es lo más sensato que te escuché decir —felicitó Leandro.

—Otra no le queda igual porque la morocha no le vuelve a pasar cabida ni en pedo —soltó el Cuti y dirigí una mirada amenazante hacia él, siempre tan sincero...

Enzo pareció ahogarse con la comida y lo bajó rápido con un poco de vino, después miró al cuti con el ceño fruncido y aclaró su garganta.

—No le digas morocha —ordenó sorprendiéndonos a todos—. Ella es mi morocha.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora