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Maratón 3/5.

—Entonces se van todos en dos días —repitió Benja comiendo ensalada de fruta, había sobrado del 24 y nosotros le estábamos entrando como los mejores. Los dos nos habíamos quedado en mi cama tirados con la excusa de que nos sentíamos mal para no meternos a la pileta.

—Ajá —repetí buscando algo para ver en la tele—. ¿Merlina te va?

—Poné la de the last of us —ordenó y se acomodó un poco para poder verme mejor—, ¿Ya le contaste a Paulo?

Cerré los ojos con fuerza y me dejé caer de espaldas sobre la cama, Benja agarró el control y buscó él la serie mientras me dejaba a mi completamente sola con mi enorme dilema moral.

No había hablado con Paulo, no porque no quisiera, había intentado buscar la ocasión perfecta pero el cordobés parecía que me huía cada vez que intentaba acercarme. Ponía excusas pedorras como que se sentía mal, que iba a salir de gira con Leandro y Julián, que estaba resacado, que se iba a meter a la pileta. Siempre agregaba los "después hablamos" a la oración de excusa, estaba comenzando a sospechar que Paulo intuía algo o que Leandro ya le había contado, me inclinaba más por la última opción pero uno nunca sabe.

—No, todavía no le dije nada —admití arrugando la nariz.

—Bueno, le tendrías que decir —sugirió como lo más obvio del mundo y sentí la necesidad de pegarle un almohadazo que lo haga tragarse la cuchara.

—¿En serio? No lo había pensado —murmuré sarcástica—. Poné la película de una vez por todas antes de que me salga un brote psicótico y termine matándolos a todos.

—Es una serie —me corrigió.

—Qué me importa, yo igual quería ver Merlina.

Benja puso la serie y para mi sorpresa termine bastante enganchada, apagamos todas las luces y nos bajamos todo el tupper de ensalada para cuando Sergio entró sin golpear y prendió la luz sin anunciarse.

Los dos nos re cagamos las patas y caímos de lleno al piso, por suerte el tupper era de plástico y no de vidrio porque sino mi mamá iba a pegar el grito al cielo.

—Negra, necesito hablar con vos —dijo y sin más, salió de mi habitación.

—Uhh, cagaste —se burló mi ahijado.

Le pegué el almohadazo que tanto estaba deseando y salí de mi pieza corriendo antes de que él me lo devolviera, no sabía que podía ser lo que el Kun quería hablar conmigo pero dudaba que sea algo piola, a pesar de que no me había llamado por mi nombre, estaba serio y supuse que fue una pantalla para no alertar al adolescente más chusma que existe.

—¿Cuándo pensabas decirme que te vas a mudar a Portugal? —cuestionó con un tono acusatorio y mi estómago rugió del miedo, no le había dicho porque planeaba no tener una despedida.

—En realidad, te lo quería decir porque te quiero pedir algo —rasqué mi nuca nerviosa y él alzó una ceja divertido, ya no estaba enojado.

—A ver qué quiere la nena caprichosa ahora —puso ambas manos al rededor de sus caderas y me dieron ganas de reír, pero me mantuve firme.

—Me quiero llevar a Benja conmigo.

Cuando solté aquella bomba, empezó a reírse a carcajadas pensando que lo estaba jodiendo. Pero cuando notó que lo decía en serio, su risa se desvaneció de golpe.

—¿Estás loca vos? —soltó fuerte—. No te podés llevar a mi hijo.

—¿Pero por qué no? Él siempre está solo, y sabés que lo voy a cuidar bien —rogué esperanzada.

—No Agustina, no dudo en tu capacidad para cuidar a Benja porque a lo largo de tu vida estuviste más con él que yo —suspiró triste y me miró con frialdad, una mirada que nunca había recibido de él—. Pero eso no cambia el hecho de que sea mi hijo y de que lo ame al igual que a vos, que también sos como una hija para mi. Ahora ponete a pensar que si te lo llevas no perdería uno, sino dos hijos.

—Pero Sergio...

—No, Sergio nada —me cortó y trague saliva con dificultad—. No te vas a llevar a Benja y es el final de la historia, no pienso cambiar de opinión.

—Yo entiendo tu posición pero solo estoy intentando velar por la felicidad del nene —intenté convencerlo, pero su postura seguía siendo la misma—. Quiero lo mejor para él, y lo mejor para él no es crecer solo o un día en la casa de un tío y otro día en la de otro. Tampoco te quiero robar a tu hijo, solo quiero que termine de crecer en un ambiente sano, no en uno donde su mamá prefiere meter cualquier excusa para no verlo.

—Benjamín está en un ambiente sano, yo soy su padre y sé cómo lo tengo que educar Agus —suspiró y agarró mis manos entre la suyas—. Hablé con Giannina, y el nene se va a ir a vivir con ella. Eso era lo que en realidad venía a decirte.

—Vos estás loco —me solté del agarre de mi amigo con el ceño fruncio—. Él no va a estar bien ahí y lo sabes perfectamente, estás siendo egoísta Sergio.

—¿Por qué? Solamente estoy buscando que mi hijo se críe con su madre.

Aquello me había dolido, si bien era consciente de que Benja no es mi hijo, había estado presente en los desaires que su madre biológica le hacía cada vez que se veían. Siempre le recalcaba lo mucho que amaba a su hermanito y no hacía más que hacerlo sentir miserable, y él era solo un nene.

—Decíselo al nene entonces, a ver qué opina.

Tragó saliva nervioso y supe lo que estaba pensando, no era para nada bueno.

—En realidad te quería pedir que se lo dijeras vos, sé que va a ser más comprensivo con vos que conmigo y se lo vas a poder decir con más tacto —me ofreció y reí histérica.

—Ni en pedo, vas a ponerte los pantalones de padre y le vas a decir vos a tu hijo lo que hiciste. Total yo no soy su madre y no tengo que intervenir, ¿No? —respondí tajante y me crucé de brazos—. Mirá Sergio, yo no pienso ser parte de esto porque estoy en total desacuerdo así que perdoname, pero esta vez no te pienso apoyar.

Le señalé la puerta para que entrara a la habitación y hablara con Benja, yo simplemente me senté apoyada en una pared cuando él me miró suplicante. Hice mi cabeza para otro lado y entonces el Kun entró, intenté enfocarme en otras cosas que no sean los gritos que iba a terminar largando el adolescente.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora