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Entré a mi habitación soltando un suspiro, noté que había alguien en mi cama y me acerqué para encontrarme a Joaquín tranquilamente dormido mientras abrazaba una almohada. Sonreí, se veía muy tierno y hasta parecía un angelito.

Me saqué las zapatillas y me fui a desmaquillarme, a pesar de que estaba cansada sabía que si no lo hacía iba a despertarme brotada y no tenía ganas de llorar por sentirme vulnerable ante unos simples granos.
Después de hacer mi rutina de skincare nocturna me acosté al lado de mi novio y me removí acomodandome bien, sentí su cuerpo girarse y sin tardarse tanto ya tenía su brazo abrazándome por la cintura.

—Ojalá dejaras de ser tan explosivo, mi amor —susurré antes de dejarme caer rendida por completo ante el sueño.

[...]

Me desperté por el ruido de la alarma, todavía no me había acostumbrado a los horarios de Qatar así que me costaba un poquito despertarme. Froté mis ojos y vi a Joaquín entrar en mi habitación con una fuente de comida mientras hacía equilibrio par que no se caiga.

—¿Sostenes una pelota de fútbol con tu cabeza y no podes traer una simple bandejita —me burlé con una sonrisa y no dijo nada hasta apoyar la bandeja en mis piernas y sentarse a mi lado.

—Bueno, en mi defensa estoy nervioso y capaz que por eso pierdo el equilibrio —sonrió con timidez—. Esta es mí manera de pedirte una disculpa por lo que pasó ayer.

—¿Estás diciendo que me querés sobornar con comida? —alcé una ceja y probé la crema pastelera de la factura que me había traído. Era como tocar el cielo con las manos y este chico me conocía tan bien que sabía que iba a lograrlo—. Bueno está bien, lo acepto.

—Agus, de verdad te quiero pedir perdón por lo de ayer—rascó su nuca nervioso y agarró mis dos manos entre las suyas—. Cuando volví estuve pensando y esta vez soy yo el que te quiere pedir un tiempo a vos.

—¿Pero por qué? —pregunté confundida por inercia—. Yo te perdono, no estoy enojada.

—Ya sé que no estás enojada, estás asustada y eso es todavía peor —sonrió triste—. Me quiero poner las pilas para ser mejor, quiero cambiar. La forma en la que te traté ayer fue una mierda, no quiero ser más el celoso impulsivo que te grita o te asusta con sus palabras.

—Sobrepasaste el límite —admití estando de acuerdo con él. Había notado unos pequeños moretones en mis muñecas y sé que él también—. Me parece perfecto que quieras cambiar eso porque sino no vamos a llegar a ningún lado, somos dos adultos que quieren estar en una relación seria y sana. Cosa que no estamos logrando.

—Es la segunda vez que cago todo con vos —recordó—. Espero estar lo suficientemente a tiempo para que no haya una tercera.

—Esperemos que así sea —asentí de acuerdo con él—. Esperemos que nuestra relación no pase por una tercera directamente, tanto tuya o mía.

—Gracias por seguir conmigo —besó mis cachetes y sonrió genuinamente—. Sé que no soy el mejor, que a veces no te trato de la mejor manera o que mis celos llegan a volverme una persona tóxica. Pero siento que vos sacas lo mejor de mí, mis ganas de progresar siempre potencian con vos a mí lado.

—Sos una persona maravillosa a pesar de tus errores y te amo —ahora fui yo quien agarró sus manos—. Pero también me amo a mi y sé lo que merezco, sé que hay un límite para todo y que las actitudes a veces hacen que el amor se acabe.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora