Era mi segundo partido en Qatar y ya sentía el mal humor y las malas vibras correr por todas mis venas. Faltaban treinta minutos para que el partido empiece y yo estaba en mi habitación de hotel al borde de las lágrimas de frustración. Había puteado cincuenta veces ya, hecho diez berrinches y más cosas para intentar deshacerme del estrés.
¿Cuál había sido el peor error de mi vida? Confiar en un hombre, todos iguales.
Joaquín había desaparecido del hotel hace como tres horas y no tenía otro medio de transporte para llegar, los remises no estaban en funcionamiento y los que lo estaban se encontraban desbordados, no sabía tomar un tren o un colectivo acá, no tenía auto y la única persona que me podía llevar desapareció.
Sentí las lágrimas correr por mis mejillas, me iba a perder un partido de la selección y era la peor desgracia que me podría estar pasando. No había ido al primero y habíamos perdido, nunca había sido tan cabulera como este año.
Mi teléfono vibro y rápido conteste secándome la cara.
—Dale maricona, bajá que te estamos esperando acá en el auto.
Sin decir más nada, cortó y sentí el alma volver a mi cuerpo, agarré rápido mí bolso y mí bandera de Boca y empecé a correr por todos lados lo más rápido que pude hasta salir del hotel. Ni siquiera miré a dónde iba, me senté en la parte trasera del primer auto que vi y las risas inundaron el vehículo.
—Hola tía —saludó Benja.
—Hola amor —lo saludé agarrando su mano y palmeando el hombro de Sergio.
—Dale pa, apurate que no llegamos.
—Si no llegamos le corto las bolas a tu novio y a vos las tetas, te aviso —amenazó y puso el auto en marcha.
Benjamín iba sentado de copiloto acomodándose su camiseta. Estaba tan nervioso como yo y eso me causó demasiada ternura, sentí nostalgia al verlo de nuevo, había crecido demasiado y ya no era ese nene que venía a pedirme ayuda para esconderse cuando jugaba con su papá.
—Jodeme que traes esa bandera mugrienta —bromeó el Kun y rodé mis ojos.
—Mugrientas tus nalgas —defendió Benja y sonreí con orgullo.
—¡Ese es mí pollo! —reí y besé la cabeza del adolescente—. La tía lo crío bien.
—Pero callate vos, que sos Paola Argento —dijo el Kun en burla.
—Entonces vos sos Coqui y eso es peor —de vuelta, me defendió el mini Agüero.
—Fua loco, por eso no quería venir a buscar a esta negra —fingió indignación mientras bajaba del auto—. Me robó a mi hijo y recién la vemos.
—Callate, callate —pedí bajando del auto y me acerqué a darle un abrazo—. Te extrañé.
—Yo también te extrañé, negra chota —soltó haciendo que Benja y yo nos largáramos a reír.
—¿Y de mi Agüero favorito no va a haber abrazo? —llevé mis manos a mis caderas ofendidas y el adolescente caminó a abrazarme—. Mi gordito, te extrañé mucho.
—Y sí, si en vez de visitarme a mí te vas a ver a tu sobrinito Ciro —reclamó soltándome.
—A ver a ver, es muy temprano para tus escenitas de celos —reí y le di una palmadita en el hombro—. Además yo los quiero a todos mis sobrinos por igual.
—Pero él es tu ahijado —dijo el Kun, que mete púa este pibe. Ta pa darle un sopapo.
—Ciro también es mí ahijado —le hice una seña de que se callara y miré a Benja—. Además, ¿Tengo tatuado el nombre de Ciro o el tuyo?
ESTÁS LEYENDO
Rivales ||Enzo Fernández ✓
FanfictionTERMINADA ─Tan linda y tan bostera ─sonrió negando con la cabeza. ─Desearía poder decir lo mismo de vos, pero no sos ni lindo ni bostero ─le dije sin mirarlo. Escuché su risa y de repente sentí un fuerte agarre en mi cintura mientras que con su man...