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—¿Dónde las espera Benja? —volvió a preguntarme valen mientras hablaba por teléfono para pedir el remis, supongo que para asegurarse de no dar mal las indicaciones.

—En la entrada del estadio —repetí haciéndole un moñito a Oli, quien veía la televisión concentrada mientras yo le arreglaba el pelo.

—Bueno, en cinco viene —me avisó.

Caminé para buscar mi camiseta, ya estaba preparada pero no me la había puesto todavía por miedo a que se manchara. Fruncí mi ceño cuando en vez de ver la camiseta de Nicolás arriba de la cama, estaba la de Enzo y miré a Valentina, la ojiverde se hacía la tonta poniéndole a Oli la camiseta de su padre.

—¿Y esto? —señalé la camiseta y Valu rió—. Dale  boba, dame la mía.

—Es esa o nada —se encogió de hombros y la miré ofendida—. Dale, si no te cuesta nada.

A regañadientes me puse la camiseta, supongo que era de ella ya que la única que yo tenía de Enzo me quedaba enorme porque antes era de él, y esta me quedaba bastante bien.

—Tengo que decirte algo —me habló rápido la chica sentándose al lado mío con la bebé—. Enzo me prohibió que te lo diga.

—Uy, contame —sonreí intrigada.

—Me gusta alguien, y me gusta mucho —confesó sonrojada—. Y pensé que tal vez vos podrías ayudarme con eso porque es alguien a quien conoces bastante bien.

—Mi chiquita está enamorada —me burlé abrazandola—. A ver decime, ¿con quién quiere usted que le haga gancho?

Valentina me miró fijamente por unos segundos, haciendo que mi inquietud y mi intriga acrecentaran cada vez más. Después de unos largos minutos que para mi fueron siglos, finalmente habló.

—Con Paulo —dijo rápido y abrí mis ojos ahogandome con mi propia saliva—, Ay, ¿vos decís que no le voy a gustar?

—No, obvio que sí —forcé una sonrisa y agradecí internamente cuando el Uber avisó que estaba en la entrada—. Sos la mina más hermosa que conozco, hasta yo me enamoraría de vos.

—Si no estuvieras con Enzo ya te habría robado un beso —bromeó y reí para darle un beso en el cachete y agarrar al Oli con los bolsos—. Nos vemos, cuídense y cualquier cosita me llaman.

—Chau mami —saludó Oli a la madre y las dos nos fuimos rápido, pues el Uber seguía insistiendo.

El viaje fue bastante incómodo, no hubo intercambios de palabras y Oli se había quedado dormida en mi pecho. Cuando llegamos pagué y salí del auto con la bebé, todavía estaba pensando en lo que Valentina me había dicho con respecto a Paulo cuando divisé a Benjamin en la entrada y todo cualquier otro pensamiento se dispersó.

—¿Qué hace esta acá? —fue lo primero que dijo cuando me vio llegar, tenía el ceño fruncido y estaba con los brazos cruzados—. No me digas que no estuviste en todo el día o no quisiste venir con nosotros ayer por esta.

—No seas cruel, chanchi. Es una bebé —besé la cabeza de mi ahijado y agarró mi bolso para agarrarme de la mano y entrar al estadio—. Y yo ayer estaba en el hotel durmiendo.

—Ya me arrepentí, no quiero que salgas con Enzo —habló sin mirarme y fruncí el ceño algo confundida.

—Bueno, ese tema no te concierne a vos. Es una decisión única y exclusivamente mía y de Enzo —sonreí comprensiva y los dos nos fuimos a sentar en nuestros lugares, con el ruido Oli se despertó—, ¿Por qué no querés que salga con Enzo? A ver, decime.

—Porque si salis con Enzo vas a tener que ser la mamá de ella —la señaló a Oli, quien rió sin entender y agarró con su manito el dedo de benja—. Y yo no quiero que seas la mamá de ella, porque vos ya sos mi mamá.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora