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Seguíamos en los vestidores, ahora estaba sentada entre el cuti y el Licha observando cómo se peleaban por abrir una botella de champagne, Lisandro intentaba decirle a Cristian cómo hacerlo y el cuti obstinado no quería hacerle caso y solo quería intentarlo a su modo.

—El pelotudo este no entiende que la canasta es para hacer presión —se quejó cuti llamando mi atención.

—No pedazo de pelotudo, no —repitió por quinta vez Lisandro estresado—, ¿No ves que el cosito este es para que el corcho salga volando? Te falta calle pa.

Reí al verlos pelear como unos nenes chiquitos y las saqué la botella para abrirla a mi manera, haciendo que los dos empezaran a bardearme a mi.

—Uh dios loco, son peores que una mina —me quejé levantándome, no los soportaba más—. Parecen un matrimonio con tres hijos y dos gorreadas, bésense para romper la tensión.

Me fui hasta donde estaban los otros chicos, abrazando a Paulo por la espalda y apoyando mi cabeza en su hombro. Enzo me dedicó una mirada fugaz y lo vi darle un largo sorbo al fernet con el ceño fruncido.

De la nada todos habían dejado de pelear y hacer quilombo, incluido Sergio que había salido corriendo con Rodrigo atrás de él. Me llamó bastante la atención que hasta Emi se haya quedado tranquilo pero mi sorpresa fue menor cuando al fin entendí el motivo.

Entonces escuche la voz de Lionel y reí al ver a los chicos como nenes chiquitos con miedo a que Leo los rete.

—Tengo a alguien muy importante que presentarles, la mayoría ya lo conocen —mencionó con una sonrisa y empezó a buscar a alguien entre las altas cabezas de los futbolistas—, ¿Dónde está mini Otamendi?

Todos me señalaron rápido así que deshice el improvisado abrazo con Paulo y camine hasta Leo con una sonrisita tímida, ahora yo era la que tenía miedo de que la reten.

—¡Mi comadre! —me abrazó con una amplia sonrisa y señaló algo detrás de él—. Como te lo prometí —susurró en mi oído.

La misteriosa persona entró al vestuario y Sergio soltó un gritito indignado que parecía más el chillido de un perro al que le pisaron la patita. Abrí mis ojos con sorpresa cuando cruzamos miradas y de no ser porque los chicos me estaban mirando atentamente, habría abrazado a Leo para agradecerle eternamente.

El hombre posiblemente más hermoso y tierno que había visto en mi vida entera estaba parado al lado de mi amigo con una linda sonrisa, tal vez no era la sonrisa despampanante del chico que últimamente vivía entre mis pensamientos pero tampoco podría quejarme, sus ojos verdes acaparaban toda mi atención.

—Bueno chicos, él es mi amigo Ney —lo presentó el capitán de la selección Argentina y yo sentía que estaba posiblemente babeando—. Ney, a ellos ya los conoces pero ella es Agus. Una muy buena amiga de la familia y la madrina de mi nene más chico.

El brasilero se acercó a mi y plantó un beso en mi mejilla que hizo ruidito y sentí que me podría morir ahí mismo, los chicos nos miraban atentos a mi reacción y fingí lo mejor que pude que no me afectaba en lo absoluto.

—Al fin te conozco, Agus —volvió a sonreír y nunca había amado tanto mi nombre como ahora—. Eres más linda de lo que pensaba.

Me meo.

—¡Neymar, cuanto tiempo! —habló Enzo poniéndose adelante de mi para estrechar la mano del futbolista, Paulo me estiró del brazo y Julián me abrazó por los hombros.

Neymar no dijo nada ante el saludo de Enzo, parecía estar anonadado al verlo y Nicolás solamente reía en silencio mientras veía a los dos interactuar.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora